Hay momentos en los que mi hija me sorprende con la sabiduría de la sencillez, lo que me ha recordado algo que hace mucho tiempo llamé "lógica caucasiana" sin motivo alguno.
La lógica caucasiana es simple, directa y demasiado a menudo tremendamente eficaz. Consiste en aplicar la respuesta o solución que nos implique un menor esfuerzo mental, vamos, si me lo tengo que pensar dos veces, o darle demasiadas vueltas al caso, opto por aplicar la solución conocida o la primera que se me venga a la cabeza. Un ejemplo sería el caso de estar perdido en una carretera que ya no sabemos a donde nos lleva y en vez de para y dar la vuelta, o preguntar, seguimos avanzando, pues lo ya recorrido sabemos que no es conocido, y a algún sitio nos llevará. Otro caso típico es el de -¿en que piensas?-, en nada, porque si tengo que pensar en que estaba pensando, me canso, me canso solo de pensar en lo debería pensar que pensé, -...no pienso en nada, de verdad, no pensaba en nada.-
No es un proceso filosófico complejo y elaborado, eso me daba mucho trabajo, solo es eficaz. Si el mundo actuase siguiendo la premisa de la lógica caucásica, seguro que seguiría habiendo problemas y desacuerdos, pero todo el mundo sabría a que atenerse, además de ser más sinceros, porque no hay nada más logicamente caucasiano que decir la verdad, es siempre el camino de menor esfuerzo mental. Si es que al final no estaba tan desencaminado, hasta podría crear una escuela filosófica, pero claro esto no podía ser, supondría demasiado esfuerzo.
jueves, 17 de diciembre de 2009
lunes, 14 de diciembre de 2009
La pesadilla de Asterión
Mi nombre es Asterión, pero ya nadie llama por mi así, en su lugar usan el de Minotauro.
Hace ya más de veinte años que me han encerrado en un interminable laberinto por donde deambulo alrededor de la plaza donde está mi morada. Todo mi alimento son las escasas briznas de hierba que crecen en los bordes de los pasillos del laberinto, cada día intento buscar nuevos pasillos donde no haya pasado recientemente para no acabar con mi alimento, y al mismo tiempo guardo la esperanza de encontrarme con la salida y poder recorrer las hermosas praderas de Creta, como hacía en mi casi olvidada niñez.
Con cada luna llena se que ha llegado el día del desafío. Desde muy temprano puedo oír un intenso bullicio, voces, gritos, música. Se que las torres que se levantan por encima de mi prisión se han llenado de personas ansiosas de ver la muerte del terrible Minotauro. A veces me tiran cosas, una manzana medio comida, un trozo de pan, o una piedra. Cuando bramo de ira y desesperación las voces acallan por un instante, pero pronto vuelven con más fuerza. En cada desafío tengo más miedo, los días en los que la luna se va haciendo más grande son para mi de autentico sufrimiento, mis pesadillas son más reales y terribles. Veo mi futuro, veo mi muerte a manos de un guerreo vestido con peto, grebas, casco y escudo dorados, con una larga lanza y unos ojos brillante que parecen provenientes del mismisimo infierno.
Pero en cada desafío salgo victoriosos, el guerrero que se me presenta no es el de mis pesadillas y se que mi día no ha llegado, que a ese encogido y dubitativo desgraciado van a tener que hacerle las exequias con una figura de cera en la pira, porque su cuerpo se quedará conmigo.
Y al acabar cada desafío lloro, pensando en el guerrero dorado que habrá de venir para acabar con mi sufrimiento, lloro deseando su llegada y temiéndola al mismo tiempo, porque yo, Asterión, hijo del gran toro blanco deseo vivir a pesar de que la único salida de mi prisión sea la muerte.
Y llega un nuevo día, una nueva búsqueda de pastos y puede que alguna fruta medio comida que fue tirada desde las torres, y puede que me encuentre en mitad de pasillo con una arcada estrecha y discreta que me llevé directamente a una de las preciosas praderas de Creta. Y así seguiré, día tras día, hasta que llegue ese terrible guerrero dorado y me llamen por última vez por mi nombre, Asterión.
Hace ya más de veinte años que me han encerrado en un interminable laberinto por donde deambulo alrededor de la plaza donde está mi morada. Todo mi alimento son las escasas briznas de hierba que crecen en los bordes de los pasillos del laberinto, cada día intento buscar nuevos pasillos donde no haya pasado recientemente para no acabar con mi alimento, y al mismo tiempo guardo la esperanza de encontrarme con la salida y poder recorrer las hermosas praderas de Creta, como hacía en mi casi olvidada niñez.
Con cada luna llena se que ha llegado el día del desafío. Desde muy temprano puedo oír un intenso bullicio, voces, gritos, música. Se que las torres que se levantan por encima de mi prisión se han llenado de personas ansiosas de ver la muerte del terrible Minotauro. A veces me tiran cosas, una manzana medio comida, un trozo de pan, o una piedra. Cuando bramo de ira y desesperación las voces acallan por un instante, pero pronto vuelven con más fuerza. En cada desafío tengo más miedo, los días en los que la luna se va haciendo más grande son para mi de autentico sufrimiento, mis pesadillas son más reales y terribles. Veo mi futuro, veo mi muerte a manos de un guerreo vestido con peto, grebas, casco y escudo dorados, con una larga lanza y unos ojos brillante que parecen provenientes del mismisimo infierno.
Pero en cada desafío salgo victoriosos, el guerrero que se me presenta no es el de mis pesadillas y se que mi día no ha llegado, que a ese encogido y dubitativo desgraciado van a tener que hacerle las exequias con una figura de cera en la pira, porque su cuerpo se quedará conmigo.
Y al acabar cada desafío lloro, pensando en el guerrero dorado que habrá de venir para acabar con mi sufrimiento, lloro deseando su llegada y temiéndola al mismo tiempo, porque yo, Asterión, hijo del gran toro blanco deseo vivir a pesar de que la único salida de mi prisión sea la muerte.
Y llega un nuevo día, una nueva búsqueda de pastos y puede que alguna fruta medio comida que fue tirada desde las torres, y puede que me encuentre en mitad de pasillo con una arcada estrecha y discreta que me llevé directamente a una de las preciosas praderas de Creta. Y así seguiré, día tras día, hasta que llegue ese terrible guerrero dorado y me llamen por última vez por mi nombre, Asterión.
martes, 1 de diciembre de 2009
¡No puedo dormir!
-¡No puedo dormir!
-...ummmm...
-¡Qué te digo que no puedo dormir!
-¿Y...?
-Que hagas algo.
-Bueno, a parte de despertarme, no se que hacer.
-¡Tonto! No ves que lo angustiada que estoy?
-¿Y tu no ves lo dormido que estaba?
-¿Como puedes ser...?
-Vale, vale, es que aún no me despertado del todo, a ver, ¿qué ha pasado?
-No se.
-No se porque, pero esto me lo esperaba.
-Venga, no te metas conmigo, es que me desperté y no podía respirar, y...
-Vale, por lo menos no ha sido porque yo roncase.
-Hasta cuando te pones tonto eres simpático.
-Si hasta dormido te hago sonreír es que has hecho un buen fichaje. Anda, apaga la luz y durmamos.
-No con la luz apagada no, que me agobio.
-Vale, pero tienes suerte de que aún esté medio dormido, si no...
-Tonto.
-Que duermas bien.
-Y tu.
-...ummmm...
-¡Qué te digo que no puedo dormir!
-¿Y...?
-Que hagas algo.
-Bueno, a parte de despertarme, no se que hacer.
-¡Tonto! No ves que lo angustiada que estoy?
-¿Y tu no ves lo dormido que estaba?
-¿Como puedes ser...?
-Vale, vale, es que aún no me despertado del todo, a ver, ¿qué ha pasado?
-No se.
-No se porque, pero esto me lo esperaba.
-Venga, no te metas conmigo, es que me desperté y no podía respirar, y...
-Vale, por lo menos no ha sido porque yo roncase.
-Hasta cuando te pones tonto eres simpático.
-Si hasta dormido te hago sonreír es que has hecho un buen fichaje. Anda, apaga la luz y durmamos.
-No con la luz apagada no, que me agobio.
-Vale, pero tienes suerte de que aún esté medio dormido, si no...
-Tonto.
-Que duermas bien.
-Y tu.
viernes, 27 de noviembre de 2009
Aburrido del coche
Viajar de noche, con lluvia, niebla y cansancio no es nada recomendable. Siempre que se pueda debemos evitarlo, este es un buen consejo de la Dirección General de Tráfico, pero no siempre es evitable. Yo ya he rayado un coche contra un guardarailes, suerte de que solo fuera eso, por viajar de noche y cansado. Así que cuando empecé a notar que no conducía cómodo comencé a decirme cosas bastante poco reconfortantes.
-Mira que no has hecho testamento y ni sabes los seguros de vida que tienes.
-¿Ese ruido es normal?
-Creo que ya toca la revisión del coche, si es que hacemos quilómetros a lo bestia.
Cuando uno mismo se pone cenizo es difícil abandonar esa espiral pesimista, así que busqué auxilio en la radio. Busque una emisora que no me enfadase, una con noticias, por ejemplo.
-Que no sean de economía, que son deprimentes.
-¡De fútbol tampoco, que no lo soporto!
-No pongas música, que te puede dar sopor.
-A ver si encuentra una que hable de cocina, que tengo hambre.
Como la cosa no mejoraba pensé en enfrentar a mis múltiples yo internos, a ver si se ponían a discutir entre ellos y me dejaban en paz.
-Creo que voy a poner Radio5 que a estas horas hay un programa de contenido social, algo sobre ONGs, o sobre inmigración.
-¡No! Casi prefiero la música clásica, que me duerme menos.
-¿Que tienes tu en contra de la música clásica? Además eres un insolidario y un déspota.
-Hombre, a esta horas sería mejor algo entretenido, pero música no, que...
-¡Ya estamos! A los señoritos no les va la música, ni nada que sea serio, a ver si acabamos poniendo cualquier tontería llena de anuncios, ¡idiotas!
-¿a quien llamas tu idiota? Mira, prefiero anuncios a algo de cocina, que con el hambre que tengo solo me faltaba.
-No tienes ni idea...
Y así los deje, mientras yo oía el aleatorio del iPod tan tranquilo, viajando aburrido, pero tranquilo.
-Mira que no has hecho testamento y ni sabes los seguros de vida que tienes.
-¿No estará los neumáticos demasiado desgastados?
-A ves si antes de que acabe el año vas a hablar con el abogado y arreglas las cosas.
-¿Ese ruido es normal?
-Creo que ya toca la revisión del coche, si es que hacemos quilómetros a lo bestia.
Cuando uno mismo se pone cenizo es difícil abandonar esa espiral pesimista, así que busqué auxilio en la radio. Busque una emisora que no me enfadase, una con noticias, por ejemplo.
-Que no sean de economía, que son deprimentes.
-¡De fútbol tampoco, que no lo soporto!
-No pongas música, que te puede dar sopor.
-A ver si encuentra una que hable de cocina, que tengo hambre.
Como la cosa no mejoraba pensé en enfrentar a mis múltiples yo internos, a ver si se ponían a discutir entre ellos y me dejaban en paz.
-Creo que voy a poner Radio5 que a estas horas hay un programa de contenido social, algo sobre ONGs, o sobre inmigración.
-¡No! Casi prefiero la música clásica, que me duerme menos.
-¿Que tienes tu en contra de la música clásica? Además eres un insolidario y un déspota.
-Hombre, a esta horas sería mejor algo entretenido, pero música no, que...
-¡Ya estamos! A los señoritos no les va la música, ni nada que sea serio, a ver si acabamos poniendo cualquier tontería llena de anuncios, ¡idiotas!
-¿a quien llamas tu idiota? Mira, prefiero anuncios a algo de cocina, que con el hambre que tengo solo me faltaba.
-No tienes ni idea...
Y así los deje, mientras yo oía el aleatorio del iPod tan tranquilo, viajando aburrido, pero tranquilo.
miércoles, 25 de noviembre de 2009
Observando
Esperando en la consulta del médico me encontraba yo cuando en un abrir y cerrar de ojos todo se paró. Para mi no era la primera vez, así que no me asusté, por un lado me alegré de tener la batería del iPod llena y por otro me amargo en no saber lo que podía durar este nuevo episodio de congelación temporal. Ya otras veces, cuando se ha parado el tiempo a mi alrededor, he aprovechado para observar a la gente. Esto en condiciones normales es algo difícil, y si no, intentadlo. Mirad con detenimiento a quien tengáis enfrente en el metro, el autobús, la cola del super, en la mesa de al lado en la cafetería, o a un compañero, o compañera, de trabajo. Algo tan sencillo se convierte en un deporte de riesgo, y más riesgo conlleva cuanto mayor es la ciudad donde se practica. Pero con todo detenido es una delicia, nadie se siente agredido, y uno puede recrearse en cada facción o postura, se puede observar, distrayéndose, abandonándose en lo hermoso del paisaje humano.
El tiempo también se había detenido para mí, no cuanto pasó, dos, tres, cuatro canciones, y de repente, otra vez, en un abrir y cerrar de ojos, todo volvió a su ritmo normal. Pero yo ya había visto todo de otra manera.
El tiempo también se había detenido para mí, no cuanto pasó, dos, tres, cuatro canciones, y de repente, otra vez, en un abrir y cerrar de ojos, todo volvió a su ritmo normal. Pero yo ya había visto todo de otra manera.
lunes, 23 de noviembre de 2009
Pensamiento positivo
Hoy he decidido ser positivo, ignorar las obras de la carretera, la lluvia incesante, el oscuro día, incluso la melancólica música que emiten por la radio. Así que he decidido ver las obras como una carretera más cómoda y segura para el viaje de mañana, la lluvia como esa necesaria agua que ha llegado antes de que fuera demasiado tarde, la oscuridad como las nuves que nos traen la lluvia y además producen un hermoso contraste con los amarillos, ocres y verdes del campo en otoño, y la música lenta y hasta melancólica me ayuda a conducir con más sosiego y calma, para así llegar a mi destino más relajado y tranquilo. Sí, desde luego es un precioso día de otoño, da gusto vivirlo y apreciarlo.
viernes, 20 de noviembre de 2009
Pizza Outlet
Hoy he visto una pizzería outlet. No podía creérmelo. Miré una y otra vez el cartel que la publicitaba "Hiperpizza Outlet". Una serie de preguntas me asaltaron inmediatamente.
¿Serán pizzas que han sido pedidas y no entregadas?
¿Sus ingredientes son de la temporada pasada?
¿Sus variedades serán las que ya no se piden en las pizzerías de temporada?
¿Tendrás que llevar tú la caja para ahorrar costes?
Tantas dudas me asaltaron que con decisión me dirigí a consultarlo con quien allí estuviese dispuesto a atenderme, pero toda mi determinación se estrello contra una puerta cerrada y un cartel de "Próxima apertura".
¿Serán pizzas que han sido pedidas y no entregadas?
¿Sus ingredientes son de la temporada pasada?
¿Sus variedades serán las que ya no se piden en las pizzerías de temporada?
¿Tendrás que llevar tú la caja para ahorrar costes?
Tantas dudas me asaltaron que con decisión me dirigí a consultarlo con quien allí estuviese dispuesto a atenderme, pero toda mi determinación se estrello contra una puerta cerrada y un cartel de "Próxima apertura".
lunes, 16 de noviembre de 2009
¡Mi reino por un café!
¡Que larga se me está haciendo esta semana! dijo Miguel el lunes a las 9:10 AM. Tomás le miró con estupor y Jaime lo ignoró activamente. Parecía que la cosa acabaría ahí cuando Tomás comenzó un razonamiento que no les llevaría a nada bueno.
-¡Tenemos que ser positivos! Hay que mirar a los ojos a la desidia y la apatía y...
-¡Noooo!- Interrumpió Miguel- ¡No puedo! Cada vez que veo la hora en el ordenador me desespero, me hundo, me...- no encontró más palabras y empezó a acompañar su silencio con gestos teatrales y muecas exageradas.
Miguel miraba cada vez más asustado y Jaime seguía a lo suyo, intentando no pensar en lo que le esperaba toda esa semana con el enajenado de Miguel y el simple de Tomás.
- Vamos, vamos, no es para tanto, venga vamos cosa a cosa y ya verás como se nos pasa la semana en un suspiro.- Le decía Tomás a Miguel mientras este respiraba en un bolsa de papel con la cabeza entre las piernas. Un ruido de tacones acercandose hizo que todos levantasen la mirada. Susana entro en la habitación y dejó un montón de carpetas sobre la mesa de Miguel sin que ningún sonido saliese de su boca.
-¡Guapa, más que guapa!
-¡Chissssst! ¡Calla Miguel!- dijo Tomás llevandose las manos a la cabeza.
Susana ni se inmutó, siguió por el pasillo alejando su ruido de tacones hasta que desapareció hacia el final del pasillo.
-Si es que viene a traernos todos esos expedientes ¡solo para verme! y que le diga cosas bonitas.- Sentenció Miguel, de pié sobre una silla de ruedas, lo que supuso que acabó recorriendo el metro escaso que le separaba de su mesa y acabó cayendo sobre las carpetas que acababa de dejar Susana.
Tomás seguía con las manos sujetando su cabeza, parecía una tinaja de vino, y Miguel estaba en el suelo rodeado de papeles y riendo como un loco.
¡Señor, si tan solo son las nueve y media del lunes! Pensó Jaime cuando lo vio claro.
-¡Mi reino por un café!- Y se marcho con paso marcial hacia la zona de relax, dispuesto a tomarse uno, dos, tres cafés, o tantos como fueran necesarios para llegar a las dos de la tarde sin volver a su puesto.
-¡Tenemos que ser positivos! Hay que mirar a los ojos a la desidia y la apatía y...
-¡Noooo!- Interrumpió Miguel- ¡No puedo! Cada vez que veo la hora en el ordenador me desespero, me hundo, me...- no encontró más palabras y empezó a acompañar su silencio con gestos teatrales y muecas exageradas.
Miguel miraba cada vez más asustado y Jaime seguía a lo suyo, intentando no pensar en lo que le esperaba toda esa semana con el enajenado de Miguel y el simple de Tomás.
- Vamos, vamos, no es para tanto, venga vamos cosa a cosa y ya verás como se nos pasa la semana en un suspiro.- Le decía Tomás a Miguel mientras este respiraba en un bolsa de papel con la cabeza entre las piernas. Un ruido de tacones acercandose hizo que todos levantasen la mirada. Susana entro en la habitación y dejó un montón de carpetas sobre la mesa de Miguel sin que ningún sonido saliese de su boca.
-¡Guapa, más que guapa!
-¡Chissssst! ¡Calla Miguel!- dijo Tomás llevandose las manos a la cabeza.
Susana ni se inmutó, siguió por el pasillo alejando su ruido de tacones hasta que desapareció hacia el final del pasillo.
-Si es que viene a traernos todos esos expedientes ¡solo para verme! y que le diga cosas bonitas.- Sentenció Miguel, de pié sobre una silla de ruedas, lo que supuso que acabó recorriendo el metro escaso que le separaba de su mesa y acabó cayendo sobre las carpetas que acababa de dejar Susana.
Tomás seguía con las manos sujetando su cabeza, parecía una tinaja de vino, y Miguel estaba en el suelo rodeado de papeles y riendo como un loco.
¡Señor, si tan solo son las nueve y media del lunes! Pensó Jaime cuando lo vio claro.
-¡Mi reino por un café!- Y se marcho con paso marcial hacia la zona de relax, dispuesto a tomarse uno, dos, tres cafés, o tantos como fueran necesarios para llegar a las dos de la tarde sin volver a su puesto.
viernes, 13 de noviembre de 2009
He visto la luz al final del tunel
No me lo podía creer. Era el túnel más largo que había atravesado en mi vida. Cuanto más avanzaba más largo parecía. Más y más luces, cada vez más y más distantes, se alineaban en ambas paredes del túnel. Llegó un momento que no sabía cuando hacía que había entrado, e incluso olvidé porque había emprendido ese camino. El cansancio llegó, pero en un túnel no se puede parar. Miraba a lo lejos, miraba hacia atrás, buscaba otros compañeros de viaje para que su presencia me tranquilizase, pero parecía que nadie más recorría esa largo y cada vez más oscuro túnel. La presión empezaba a vencerme cuando vi la luz al final, a lo lejos, blanca pequeña y brillante, y pude olvidarme del pesado y duro camino recorrido.
¡Si! ¡Por fin es viernes!
jueves, 12 de noviembre de 2009
¡Es el fin del mundo!
-¡Es el fin del mundo! ¡Vamos a morir!
-¡Mierda! ¡No me va a dar tiempo de acabar el sudoku!
-¡Lo que a ti te pasa es eres un adicto!
-¡Mira! Ya tengo yo bastante con que se acabe el mundo como para ponerme ahora a preocuparme con eso de las adicciones. Además, tu eres una angustias.
-¿¡Yo!? ¡Con lo que me preocupo por ti y así me lo agradeces!
-Es verdad. En cuanto acabe el sudoku te doy unos mimos.
-Vale, pero no tardes. (Lo que hay que hacer para que me preste algo de atención).
-¡Mierda! ¡No me va a dar tiempo de acabar el sudoku!
-¡Lo que a ti te pasa es eres un adicto!
-¡Mira! Ya tengo yo bastante con que se acabe el mundo como para ponerme ahora a preocuparme con eso de las adicciones. Además, tu eres una angustias.
-¿¡Yo!? ¡Con lo que me preocupo por ti y así me lo agradeces!
-Es verdad. En cuanto acabe el sudoku te doy unos mimos.
-Vale, pero no tardes. (Lo que hay que hacer para que me preste algo de atención).
lunes, 9 de noviembre de 2009
Reflexiones
El pasado sábado una amiga me dijo que echaba en falta mis reflexiones. Que tanta historia, sueños y relatos raros no le hacían mucha gracia. Para que negarlo, la entendí perfectamente. Yo también echo en falta la calma y el sosiego necesarios para reflexionar.
Y así me puse a pensar en las cosas, en las situaciones, en los momentos que abandono el mundo para poder mirarlo desde lejos y permito sorprenderme a mi mismo con una pequeña reflexión.
Pensé en mi amiga que no quiere historias raras, si no pequeñas reflexiones que le ayuden a mirar las cosas de otra forma.
Me quedé embobado delante de la ventana, viendo pasar coches debajo de una lluvia fina y persistente, orballo lo llamamos aquí, y pasó una furgoneta que llevaba impreso, "Si lees esto, tienes razones para sonreír" y por supuesto sonreí, porque me di cuenta que tenía muchas razones para sonreír.
Mi amiga también tiene muchas razones para sonreír, aunque a veces no piense en ellas, y por eso quiero decirle, gracias, porque tú también eres un motivo para sonreír, pero para que sonrían muchos.
Yo sigo sonriendo, empiezo a parecer tonto, pero no me importa, porque soy un tonto feliz, y eso, ser y hacer feliz, es lo importante.
Nos leemos...
Y así me puse a pensar en las cosas, en las situaciones, en los momentos que abandono el mundo para poder mirarlo desde lejos y permito sorprenderme a mi mismo con una pequeña reflexión.
Pensé en mi amiga que no quiere historias raras, si no pequeñas reflexiones que le ayuden a mirar las cosas de otra forma.
Me quedé embobado delante de la ventana, viendo pasar coches debajo de una lluvia fina y persistente, orballo lo llamamos aquí, y pasó una furgoneta que llevaba impreso, "Si lees esto, tienes razones para sonreír" y por supuesto sonreí, porque me di cuenta que tenía muchas razones para sonreír.
Mi amiga también tiene muchas razones para sonreír, aunque a veces no piense en ellas, y por eso quiero decirle, gracias, porque tú también eres un motivo para sonreír, pero para que sonrían muchos.
Yo sigo sonriendo, empiezo a parecer tonto, pero no me importa, porque soy un tonto feliz, y eso, ser y hacer feliz, es lo importante.
Nos leemos...
viernes, 6 de noviembre de 2009
Caminando entre ganado
Soy un lobo con piel de cordero. Acompaño al rebaño al mismo tiempo me alimento de él. Soy una sombra que aprovecha la noche para acercarme sigilosamente a uno de ellos y arrastrarlo en silencio a la oscuridad. Ya a solas me alimento lentamente de su dolor. De esta manera puedo volver al día siguiente a caminar entre ellos, mi ganado, sin que apenas se note en mis ojos mi condición de depredador.
martes, 3 de noviembre de 2009
Antón contra o lume
A escuridade estaba salpicada pola luz laranxa das lapas. Antón era o único que se mantiña, firme e sereo, fronte o imponente inimigo. Todos os demáis correran a seguridade do camiño, dende berraban, deixandose as gorxas na procura de que Antón entrara en razón. Pero Antón seguía alí, fronte a laranxa besta de escura mirada, co seu batelumes firmemente collido e presentado a modo de lanza, coa negra e requiemada goma por riba da súa cabeza.
A besta abriu a boca e deixou ver ilera tras ilera de picudas lapas a modo de dentes. O berro que de ahí saiu foi como miles de árbores en súbita incineración. Os homes enmudeceron, retrocederon, se encolleron, e non choraron porque non quedaban bagoas nos seus ollos. Pero Antón non se moveu. Antón seguía a mirar a cara deste terrible fillo de Phyros mentres collía coas dúas mans o batelumes, separou e flexionou as pernas e preparouse para a primeira acometida lo lume. Este empezou con contundencia lanzando unha densa columna de fume, cousa que non erredou a Antón que lebaba a sua mascara ben posta. Antón lanzouse adiante e a un lado e dirixiu un veloz e preciso golpe de batelumes contra as mans de besta. O contraataque enfureceuno e provocou que desta vez lanzase unhas lapas contra o bombeiro, que apenas as puido desviarlas co batelumes e lanzarono contra o requeimado chan. Pero Antón non só era arroutado, sabía o que facía, e dende o chan, por baixo das mortáis lapas lanzou un decidido golpe os pes do lume. Bateu con forza unha e outra vez contra o nexo da ardente presenza coa terra. O aullido foi terrible, o e estruendo da caida tamén, e xusto cando Antón, posto en pe, buscaba asestarlle o golpe final, unha bola de fogo golpeouno no peito, deixandoo sen alento, arrebatandolle as forzas, e o batelumes. A besta recuperouse, ergueuse e dispusoxe a rematar o home que segúia no chan, buscando encher os seus pulmóns con algo que lle dera forzas, cando un potente chorro de auga abriulle o peito. Na sua loita contra Antón esqueceuse por completo dos seus compañeiros, dandoos por vencidos, fuxidos, e humillados, pero estes non estaban por abandonar o seu compañeiro e foron na procura de reforzos, do motobomba. En canto chegou conectaron a fume de carozo as mangueiras e atacaron o lume.
A auga caía sobre Antón como unha tormenta de verán. Antón conseguíu levantarse, e apoiandose no seu batelumes achegouse a besta, que loitaba desesperadamente contro o chorro de auga vaporizandolo antes de que lle tocase. Por un momento parecía que ía ser capaz de de evaporar canta auga lle botasen, pero Antón non ía permitilo. Golpeou unha e outra vez nel ata que quedou reducido a cinzas humeantes.
Unha vez máis Antón e os seus derrotaron o demo.
Nos leemos...
viernes, 23 de octubre de 2009
La leona y el solomillo
Publicado por primara vez en La Ameba Canalla el 28 de agosto de 2007 por Vindicator
Ayer vi un vídeo de unas leonas cazando una cría de ñu. En el cutre vídeo se oía a los alegres excursionistas lamentarse por la suerte del herbívoro.
- ¡Pobrecito! Lo van a matar...
-¿No podemos hacer nada? ¡Que crueles!
¡Mierda! Los muy civilizados pretendían quitarle su comida de la semana a a familia de las leonas y después, orgullosos y satisfechos meterse entre pecho y espalda un buen solomillo de gacela Thompson, que está de muerte.
miércoles, 21 de octubre de 2009
Esos ojos oscuros
Publicado por primera vez el 26 de diciembre de 2006
Llevo un tiempo notando que alguien me está siguiendo. Cuando me doy la vuelta está ahí, quieto, vigilándome, enfrentándose a mi, sin mostrar temor alguno, desafiándome.
Veo su mirada oscura diciéndome, sígueme si te atreves. Una vez lo hice, estaba tan furioso que estaba dispuesto a cogerlo por el cuello y retorcérselo hasta que se le saliesen de las cuencas esos ojos negros como la noche. Pero fue inútil, cuanto más me esforzaba, cuanto más rápido corría, cuanto más lejos saltaba, él, sin mostrar cansancio o preocupación alguna mantenía la ventaja con sus ojos oscuros fijos en mi.
Cuando desistí su risa me alcanzó, me penetró y finalmente que quedó resonando en mi interior casi eternamente. Deseé lanzarme otra vez en su persecución, pero pensé, tiene que descansar en algún momento, tiene que dejar de mirarme en algún instante.
Sigue ahí. Pero ya se su secreto, en la oscuridad está perdido, no es capaz de encontrarme, y cuando vuelve la luz, tarda un instante, un mísero instante, en recobrar toda su fuerza. Es entonces cuando he de atraparlo para obligarle a dejar de ser mi sombra.
Nos leemos...
martes, 13 de octubre de 2009
Lindo conejito
Está es una historía real, auténtica y, casi, casi, verificada.
Tengo yo un primo, Xan, que es además un gran amante de los animales. Por sus manos han pasado iguanas, galápagos, perros, gatos, peces diversos, pájaros variados, y una multitud de animalillos libres que precisaron de su ayuda.
Este buen hombre vivía con una buena mujer, Lucía, que se vio contagiada de su amor y dedicación naturista. Como con perros, gatos, iguanas y otras bestias no les llegaba, decidieron adoptar un conejillo, no uno de esos enanos y más parecido a una cobaya que a una veloz liebre, si no uno de verdad, blanco, negro y marrón, con andares inquietos y su desconfianza natural intacta.
Lucía se encargó del cuidado del pequeño Jeremías, que a la vez que crecía y crecía, también fue perdiendo la desconfianza hacia ella y se convirtió en uno más de la familia. Jeremías era un conejo grande, bastante grande, que andaba por la casa en libertad y tenía como amigo al gato lelo de Xan.
Todo muy bonito, pero, como siempre tiene que haber un pero, a Lucía le dieron trabajo en Santiago de Compostela y Xan marchaba de gira, cosa de músicos. Así que su especial arca de Noé se vio agitada por una gran tempestad.
Perros, gatos, iguana y conejo no podían ir con ninguno de los dos. Ella no podía llevar animales, cosa de la convivencia, y el tampoco podía llevarselos en la furgoneta, aunque había voluntad, así que se busco hogar para entre los amigos.
Perros y gatos lo tuvieron fácil, los padres de Xan ya estaban acostumbrados, pero la iguana necesito algo más de trabajo, al final uno de mis hermanos la cuido con no demasiado esmero, pero para el conejo, Lucía confió en su amigo Sócrates, que le dijo, "no te preocupes que en al familia sabemos como tratarlos", no en vano su padre cría conejos.
Pasó el tiempo, tanto que Lucía y Xan ya solo compartían amistad. Xan seguía conviviendo con animales varios, pero dejo de tocar, eso de irse de gira estropeaba su Carma, y Lucía se convirtió en la esposa legal de Lois, amigo de Xan de siempre.
Una noche de vinos Socrates estaba en Santiago de Compostela, Lucía se alegro mucho de verlo, todos estaban muy contentos porque hacía mucho que no se podían juntar. ribeiro va, ribeiro viene, y de pronto Lucía se acuerda de Jeremías, su conejo blanco con manchas marrones y negras, esa enorme bola de pelo suave y de rillar incesante, -Socrates, ¿que tal el conejo?-.
Hubo un silencio sepulcral, la respuesta se oyó perfectamente, -¡Muy bien! Dijo mi padre que estaba riquísimo.
Jeremías paso de mullido y cálido compañero a excelente estofado, conejo con tomate, en apenas un segundo. Hasta Xan saboreó mentalmente a Jeremías con tomate cocinado por la madre de Sócrates, excelente cocinera por cierto. Lucia lloró desconsolada por Jeremías, aunque no se había acordado de él en años, cosas de la vida.
Nos leemos...
viernes, 2 de octubre de 2009
En los túneles
Publicado por primera vez el miércoles 20 de diciembre de 2006
Hoy he tenido un sueño. Un sueño que puedo recordar. Un sueño que os voy a contar.
No se como he llegado a una sala sin ventanas, con las paredes blancas y sucias, con más personas, hombres y mujeres, que parecen tan desorientados como yo. Esta estancia tiene una salida, lo que parece un pasillo largo, mal iluminado por fluorescentes amarillentos. A veces puedo ver imágenes del futuro, una piscina de aguas rojas, pasillos con personas que vienen hacia mi, un tablón de anuncios con hojas viejas y caras de personas que conozco pero no recuerdo.
Sin saber porque el grupo de personas que aparecimos juntos estamos avanzando por el pasillo mal iluminado, voy casi a la cabeza, no puedo decir nada del grupo del que formo parte, no soy capaz de decir cuantos somos, pero parece que no más de diez, no se el nombre de nadie, ni que cara tienen, ni como suena su voz, aunque estoy seguro de que hablamos, de que comentamos que hace frío, que ahí delante hay un cruce, que es está pared alguien ha hecho una pintada, o que me parece que ahí delante hay más luz. El grupo avanza encontrando de vez en cuando a alguien sentado en el suelo, pero en esos momentos nadie dice nada, nadie hace preguntas.
En un pasillo muy ancho, peor iluminado, donde hace más calor, nos encontramos con más gente, unos sentados formando grupos pegados a las paredes curvas y antiguamente blancas, otros caminando en nuestro sentido o en el contrario, unos hablando entre ellos, otros callados mirando para nosotros, pero todos con un aire de naturalidad tranquilizador. Nosotros seguimos avanzando sin apenas hablar, solo una mujer rompe el silencio una o dos veces. Parece que este túnel lleva a algún sitio, a izquierda y derecha aparecen nichos, como entradas a otros túneles pero sin iluminar, oscuros, tan oscuros que parece que absorben la luz de los fluorescentes próximos creando pozos de oscuridad. Cerca de estos nichos no se ve a casi nadie, y cada vez vemos a menos personas.
El pasillo por el que avanzamos ha ido creciendo a medida que avanzamos, ahora debe tener unas diez personas de ancho, pero el grupo avanza en dos filas por el medio, más rápido en los tramos peor iluminados, y más lento en los mejor iluminados. En una intersección nos cruzamos con un hombre pequeño, muy pequeño, pero con unos rasgos totalmente identificables, era igualito a Jose Luis, mi primo. Una mujer que no conozco de nada le llama, -¡Jose Luis, Jose Luis!- pero él ni se inmuta, sigue su camino alejándose en la oscuridad.
Lo que a lo lejos era una sombra extraña se ha convertido en un pasillo perpendicular mejor iluminado y con un tablón de anuncios en la pared de la izquierda. El pasillo es corto y termina con cuatro escalones que suben a una puerta de dos hojas tan ancha como el pasillo que tienen en su centro sendos cristales empañados. En el tablón de anuncio hay una hoja que pone claramente, “Quien caiga en la piscina, acabará en el infierno”.
A pesar de la clara indicación nos dirigimos por este claro, caluroso y húmedo pasillo a la puerta, donde tiene que estar una piscina de dimensiones considerables con el agua brillante y roja.
Pero esto lo se porque lo había visto antes, porque sabía que el aviso no mentía, porque sabía que de la piscina no había escapatoria, porque ya había visto caer en ella sin remedio alguno a todos los que me acompañaban, porque sabía que iba a encontrarme solo ante la piscina que llevaba al infierno, descansando antes de ir por el siguiente grupo para tirarlos, uno a uno, y olvidarlos de inmediato.
Nos leemos...
jueves, 1 de octubre de 2009
La carrera del peaje
Publicado por pimera vez el martes 14 de noviembre de 2006.
Hoy he tenido que usar una autopista. Hace tiempo que no tenía que viajar por autopista y había olvidado un hecho curioso que había podido observar reiteradamente.
Vamos cuatro o cinco coches a la misma velocidad, con cierto orden, puede que se vea a cierta distancia un camión, alguien viene adelantando por el carril de la izquierda, la tranquilidad y la normalidad se puede sentir claramente.
Pero, aparece a unos metros, escondido detrás de una curva, un cartel. Una señalización grande, azul, con letras blancas.
Peaje a 1000 metros
En este momento la tranquilidad del viaje se ve totalmente destrozada. La tensión aparece repentinamente en todos los conductores que me rodean.
Uno puede pensar que la proximidad del peaje provoca el sufrimiento del usuario, que ve venir el doloroso momento de cumplir con la obligación del abono del precio del servicio prestado.
No. En vez de frenar la marcha para retrasar el momento del pago, todos los conductores que me rodean lanzan como posesos sus pies derechos a fondo hasta que el acelerador deja marca en la carrocería del vehículo, lanzandose al carril izquierdo con la celeridad que debe dar la desesperación.
Me veo adelantado por casi todos los coches que me sucedían, casi todos los coches que podía ver por el retrovisor pasan a estar delante de mi. Y es durante este proceso cuando el peaje está a la vista y empieza un nuevo baile.
El peaje tiene seis puertas. Una es para el telepeaje, los habituales ya se han puesto en fila y sin apenas frenar lo atraviesan, de las cinco restantes, dos tienen una luz roja sobre ellas, con lo que solo nos quedan tres puertas abiertas. El baile de coches en busca del paso más rápido es asombroso. Uno cruza de izquierda a derecha para ponerse en la puerta 1 detrás de tan solo una furgoneta y un coche. Otro acelera hacia la puerta 4 para ponerse detrás de un camión. Dos casi se vuelven locos para llegar los primeros a la puerta 3, que acaba de quedarse vacía.
No se como he podido sobrevivir a cuatro peajes. Terrible.
Nos leemos...
miércoles, 30 de septiembre de 2009
Vocación
Publicado en primera versión el 1 de noviembre de 2006
Yo de mayor quiero ser piloto de pruebas de dromedarios de carreras.
Mirar al dorado horizonte del desierto y decirle a la oreja de la experimental bestia de la velocidad -¡Hoy vamos a alcanzar la velocidad absurda!- Notar como tensa sus imponentes músculos y salimos despedidos sin darme tiempo a coger con fuerza las correas, siendo abandonado en brazos de la diosa Fortuna, loada sea. Gracias a que uno es capaz de emplear una sobrehumana habilidad y destreza para mantenerse a lomos de la más espectacular bestia es llamado "el dromotester". Seré el Chuck Yeager del los dromedarios.
Mi casa será el desierto, mi melodía, el bramido de los dromedarios, mi lema... ...no tengo ni idea de cual será mi lema, pero seguro que será mejor que "Bueno, bonito y barato".
No se si pagan bien, pero la vocación es la vocación.
Nos leemos...
martes, 29 de septiembre de 2009
Anton me provoca pesadillas
Publicado por primera vez el jueves 2 de noviembre de 2006.
Esta noche he tenido una pesadilla.
Soñaba que Antón, herido en su orgullo artístico, se ponía manos a la obra y me traía un DVD con VCR 21 escrito sobre él. Hasta ahí todo iba bien, yo lo cogía, lo metía en el lector del portátil, con la secreta esperanza que lo hubiera exportado mal y no pudiera verlo, con lo que mis expectativas estaban alcanzado cotas cómicas difícilmente superables. En la pantalla del ordenador comenzó, sin que yo pudiera evitarlo, una sucesión de imágenes indescriptibles con la sintonía de fondo de la risa furiosa y en aumento de Antón. Yo no podía moverme, tenía la vista fija en la pantalla, con esas imágenes imposibles y la risa de Anton dentro de mi cabeza.
Horrible. Me desperté entre sudores y suplicas de piedad.
A ver si al final esto es un sueño premonitorio y VCR 21 se convierte un una puerta a este mundo para una dimensión terrible y monstruosa, al más puro estilo Lovercraft. Porque como sea como el de la pesadilla vamos a acabar en los telediarios. “Los responsables, creadores y distribuidores de VCR 21, la ignominiosa puerta al Infierno, serán puestos a disposición del pelotón de fusilamiento, como exigió la condena unánime del tribunal especial de delitos contra la humanidad, mañana a las 5:50 hora local.”
¡Encima me va a hacer madrugar!
Nos leemos..
VCR-21
Publicado por primera vez el martes 31 de octubre de 2006
Tengo un amigo que se considera un artista, y esto para el es más importante que ser considerado por los demás un artista, que ha descubierto la videocreación.
Esto me da pavor. Ahora quiere saberlo todo sobre cámaras, iluminación, efectos de vídeo, sistemas de edición, postproducción, y está dispuesto a revolucionar el mundo cultural con sus obras transgresoras e innovadoras.
Como dice el mismo, el acabose.
Ahora está sumergido es un proyecto del cual solo nos dice el nombre “VCR 21”. A pesar de las puyas, promesas, amenazas y demás formas de presión que estamos dispuestos a efectuar, él solo sonríe.
Estoy convencido de que ha descubierto la forma de generar interés, de incrementar las expectativas de su limitado público, de ser escuchado, aunque solo sea para pedir una caña, o criticar al concejal de cultura por obtuso y corto de miras.
Claro que esto es un peligro, a ver si acabas enseñandonos un autentico desastre, aunque he visto varios en los museos, y este expectante público decide que mejor te dedicas a elegir el color de las paredes de tu casa, que así no haces daño a casi nadie.
Desde aquí te hago una oferta, Antón. Si lo acabas antes de que nos alcance el armagedom, lo expongo aquí, para que te conviertas en un videoartista de la era de internet. Así, sin youtube, ni otras zarandajas de grandes empresas, que te desagradan como a un vampiro el ajo.
Ahí queda eso, a ver si lo vemos...
Nos leemos...
viernes, 25 de septiembre de 2009
Rápido ¿la salida?
Curiosidad
Publicado por primera vez jueves 6 de julio de 2006
No se si es una puerta de salida, de entrada, o no lleva a ninguna parte, pero ¿quienes son los que sienten curiosidad?
A muchos les dará igual que es lo que haya detrás de esta puerta, a los que sienten la necesidad de, al menos, preguntar por lo que hay detrás, les digo ¿no estaremos en Matrix?
¿Tu que escogerías, la pastilla azul, o la roja?
Nos leemos...
Esta vez si que me alegro de sea viernes
Publicada en primera versión el 23 de junio de 2006
- Eso que se ve al final debe ser el sábado...
- Si, ya era hora, llevo desde el miércoles harto de los niños, de los atascos y de los camiones de basura matutinos.
- Eres un agonías, ahora me dirás que preferías el verano, aparcando en la calle, con los viajes a la playa, el sol abrasador... quita, quita.
- ¡Ya! pero prefiero eso a dormir en esta insoportable oscuridad.
- Y yo prefiero esta oscura tranquilidad a que un borracho cualquiera venga a darme la tabarra a las cinco de la mañana.
- Lo que pasa es que tu eres un conformista y tu un cascarrabias insoportable. ¡A ver si os calláis de una vez!
- ¡Uyuyuyuy! Parece que al nuevo le ha sentado mal el cambio de aceite.
- Je, je, je, muy bueno, el cambio de aceite.
- Tio, te hace gracia cualquier cosa...
¡Blam!
- ¡He oído un ruido!
- ¡Seguro que es el del desguace que viene a por mi! ¡Socorro!
- ¡Callaos! Va a ser el viejo R5 que se le habrá vuelto a caer la defensa.
- Tanta oscuridad me descarga la batería...
Nos leemos
martes, 25 de agosto de 2009
Espera
La revista, el cuadro de enfrente, la señora de la izquierda, el señor mayor de la derecha, la revista, el reloj, -¡Señor! ¡si son ya las doce y cuarto!- vuelvo a la revista, que para variar es un Hola, o un Semana, o cualquiera de esas, la verdad es que a mi me da igual, son todas una...
-Perdone, ¿quién es el último?-
-Creo que ese señor de ahí.
En que estaba yo... si, la hora, -¡No puede ser!- son las doce y cuarto y yo sigo aquí, ¿quíén me mandaría?, si yo me siento bien, no me pasa nada, además seguro que es más fácil coger algo aquí que salir curado de algo que trajera de casa. ¿Cómo me dejé liar? si además son las ¡doce y cuarto! cuando salga de aquí me va a oir. Pedirme cita para el médico sin motivo alguno, que si pareces cansado, que si tienes mala cara, que si duermes mal, ¡claro! con tanto agovio y tanto insistir en que estoy enfermo acabarán enfermandome.
Como no haya entrado a las doce y media me levanto y me marcho. Claro que a ver quién los aguanta después, que tal como son me van a pedir justificante médico, ¿qué te dijo? ¿qué pruebas te van a hacer? ¿para cuándo te ingresan? ¡Ah, no! ¡Eso si que no!
-¡Siguiete!-
-Soy yo, ya voy...- Menos mal, porque la verdad es que ya me estaba empezando a marear y ya me veía desmayado antes de poder decir, ¡Ay que que me mareo!...
-Perdone, ¿quién es el último?-
-Creo que ese señor de ahí.
En que estaba yo... si, la hora, -¡No puede ser!- son las doce y cuarto y yo sigo aquí, ¿quíén me mandaría?, si yo me siento bien, no me pasa nada, además seguro que es más fácil coger algo aquí que salir curado de algo que trajera de casa. ¿Cómo me dejé liar? si además son las ¡doce y cuarto! cuando salga de aquí me va a oir. Pedirme cita para el médico sin motivo alguno, que si pareces cansado, que si tienes mala cara, que si duermes mal, ¡claro! con tanto agovio y tanto insistir en que estoy enfermo acabarán enfermandome.
Como no haya entrado a las doce y media me levanto y me marcho. Claro que a ver quién los aguanta después, que tal como son me van a pedir justificante médico, ¿qué te dijo? ¿qué pruebas te van a hacer? ¿para cuándo te ingresan? ¡Ah, no! ¡Eso si que no!
-¡Siguiete!-
-Soy yo, ya voy...- Menos mal, porque la verdad es que ya me estaba empezando a marear y ya me veía desmayado antes de poder decir, ¡Ay que que me mareo!...
viernes, 14 de agosto de 2009
Mala decisión. El bosque
Hay que ver lo complicado que resulta esto...
La luz al final del pasillo era realmente cegadora, tanto que acabó cerrando los ojos y tapándoselos con las dos manos. La luz lo había derrotado, permaneció de pié, totalmente parada, sin saber que hacer hasta que la sensación de ceguera y dolor desaparecieron. Tardó un rato en decidirse a a abrir los ojos. No tenía ninguna esperanza, estaba totalmente rendido, lo que no había conseguido la oscuridad lo había logrado la luz.
Lo que pudo ver a su alrededor eran arboles, arbustos, luz del mediodía filtrada por espesas y altas copas, estaba en medio de un pequeño claro, rodeado de altos troncos, con silbidos de pájaros y murmullos de viento entre ramas. Estaba solo y se sentía aliviado, aunque no sabía hacia donde dirigirse el bosque le daba paz y tranquilidad, los espacios abiertos no le asustaban, extendió los brazos e inspiró con fuerza. -Esto es otra cosa.- se dijo en voz alta.
Después de un buen rato de disfrutar del aire limpio y la vista vital y luminosa del bosque decidió tomar una dirección, creía oír el rumor de un río, o un pequeño riachuelo, y eso siempre le llevaría hacia la civilización, así que se dirigió siguiendo su oído. Después de un buen rato, la falta de reloj y la atención que ponía en seguir el ruido del agua lo tenían distraído, oía con más claridad el murmullo del agua, además los arbustos eran cada vez más espesos, y él, aunque cansado, avanzaba con más ganas. Por fin se encontró con un río, ni muy ancho, ni muy profundo, ni muy rápido, y siguéndolo corriente abajo, apenas unos centenares de dificultosos metros, se encontró con una edificación de piedra que parecía un molino de agua.
-¡Por fin!-
Se acercó a la puerta y le dio tres sonoros y alegres golpes.
No llegó a abrirse. L a oscuridad lo invadió todo y sintió como era arrancado de allí.
¡Maldito despertador!
viernes, 7 de agosto de 2009
Mala decisión
Hacía tan solo un segundo estaban ahí, delante de él, hablando sin parar, riéndose de sus propios chistes y siendo hasta escandalosos. Pero de repente, en un recodo en el que estaba un paso, o dos a lo sumo, detrás de ellos, se quedó solo.
Primero se extraño, ¿qué ha pasado?, les llamó, -¿Donde estáis? ¡Volved! Ya ha llegado.- Después se preocupó, empezó a afinar el oído, a ver si oía sus pasos, voces, risas; y la preocupación le llevó a empezar a buscar, a seguir por los interminables pasillos, a avanzar sector por sector, rojo, verde, azul, dejando atrás puertas cerradas y salas vacías.
Cuando ya había perdido la noción del tiempo y no distinguía nada de lo que le rodeaba oyó un risa clara y fresca. Apenas tardó un segundo en dirigirse al pasillo del que salía ese delicioso y esperanzador sonido.
Volvió a suceder. En cuanto dobló el recodo se fue por completo la luz. Estaba en medio de una absoluta oscuridad. Entre la inercia que llevaba y el susto de quedarse repentinamente ciego acabó chocando contra algo, no supo si era pared, puerta, o un estante abandonado, solo sintió dolor y acabó apoyándose con ambas manos en el suelo. Se sentó, respiraba con cierta dificultad, seguía sin nada de nada, le dolía el hombro y la rodilla, ya no entendía nada, ni quería entenderlo, solo quería salir de allí, volver, tenía muy claro que todo formaba parte de un error, de un instante, de una mala decisión.
En algún momento un sonido seco le sacó de sus meditaciones, un resplandor verdoso apareció a su espalda, en cuanto se giró la luz al fondo de un pasillo que no se parecía al que conocía casi le ciega. No lo dudó, se levantó y se dirigió hacia la luz, -Pase lo que pase, yo voy hacia la luz.-Se dijo en voz alta. Y avanzó con más obcecación que determinación.
-Esto no puede empeorar...-se dijo-...¿o no?-
martes, 28 de julio de 2009
Tuneado
-¡Tienes que ver como me ha quedado el coche! ¡Brutal!
-¿Coche? ¿tu tienes coche?
-Bueno, si, tío, mi cuatro ruedas, mi cochecito, vamos colega, mi correcaminos.
-Vale, acepto que a tu carricoche le llames correcaminos, y como me coges de buen humor, aceptaré coche, pero, ¿que es lo que le has hecho?
-¡Mira!
-¡Ayvarrediós!
-¡Mola!
-¡Mierda! Creo que me he quedado ciego, ¡espera! veo una luz...
-¡Ya verás cuando le ponga un escape nuevo y unas llantas flipantes...!
-¡No! ¡No creo que lo vea! Ya me ha llegado con esta visión... ¡Señor! ... como vuelva a mirarlo directamente acabo vendiendo cupones de la ONCE.
-¡Oye, que a ver si no me enrollo y no te llevo a dar una vuelta!
-Lo que me faltaba, ciego y suicida de una tacada, no amigo, no, por esa no pasaré. Venga, vente al bar a tomar una cervecita, pero no te traigas eso, dejalo ahí aparcado y no le hables de él a nadie.
-Vale, pero invitas tu.
viernes, 24 de julio de 2009
Uno
-Uno mas uno no es dos, si no uno.
-¿Qué?
-En contra de lo que pensamos, uno más uno no son dos, dos singularidades no es el resultado de sumar dos singularidades, si no que es una nueva singularidad. Si aceptamos este principio,...
-¿Qué? Pero, ¿tu que crees que me estás contando? ¿No habrás vuelto a dormir de pie?
-Lo que quiero decirte es que debemos considerar seriamente la posibilidad de que estemos contemplando el problema de una forma equivocada.
-Vamós, lo que pasa es que no quieres ir solo a la playa y quieres que te acompañe.
-Basicamente.
-No te vuelvo a dejar viendo la tele por la noche, que te pones muy retorcido.
-No, retorcido no, Zen, me pongo Zen.
-Más bien tonto, te pones tonto.
-Vale, pero, ¿vienes?
-Claro, tonto.
Nos leemos...
-¿Qué?
-En contra de lo que pensamos, uno más uno no son dos, dos singularidades no es el resultado de sumar dos singularidades, si no que es una nueva singularidad. Si aceptamos este principio,...
-¿Qué? Pero, ¿tu que crees que me estás contando? ¿No habrás vuelto a dormir de pie?
-Lo que quiero decirte es que debemos considerar seriamente la posibilidad de que estemos contemplando el problema de una forma equivocada.
-Vamós, lo que pasa es que no quieres ir solo a la playa y quieres que te acompañe.
-Basicamente.
-No te vuelvo a dejar viendo la tele por la noche, que te pones muy retorcido.
-No, retorcido no, Zen, me pongo Zen.
-Más bien tonto, te pones tonto.
-Vale, pero, ¿vienes?
-Claro, tonto.
Nos leemos...
martes, 23 de junio de 2009
La piscina del señor Diablo
El Diablo tenía la piel de silicio recorrida por circuitos de oro. Sus cuernos escondían una antena WIFI y una Bluetooth. Jugueteaba con su tridente mientras hablaba por teléfono con un tono seco y directo. Me sonrió y me invito a sentarme en una de las sillas que tenía delante de una inmensa y oscura mesa de despacho. No quise demostrar interés en la conversación que mantenía así que me fijé en el inmenso despacho del CEO de Infierno Inc.
Además de amplio tenía unas excelentes vistas al infierno, que no es tan oscuro como me habían dicho, y podía verse las colinas del sufrimiento, el valle de la desesperación y si hacía un pequeño esfuerzo las puertas del no retorno. Estas vistas me causaron una sed terrible, cosa que debía ser habitual, porque la hermosa secretaria de Diablo ya estaba dejando en mi mano un vaso de agua. La mujer demonio me distrajo instantáneamente, totalmente, su sonrisa, sus suaves movimientos, el conjunto y los detalles eran totalmente embaucadores, si en ese momento me hubiera arrancado un brazo, yo no habría gritado, solo habría sonreído y ofrecido el resto de mis extremidades.
Diablo carraspeó, me giré hacia él, había dejado de hablar por teléfono y me miraba con una expresión divertida y burlona.
- No te preocupes, es normal, si siguieras a Alouqua te dejaría seco, ...literalmente.
No sabía que decir, tenía la garganta tan seca que ni el agua que ya estaba acabando me refrescaba. La verdad es que miraba para Diablo como un idiota. El no dejaba de mirarme y sonreír, mostrando unos dientes triangulares, afilados y dolorosamente blancos.
-Perdona que te haya hecho esperar, pero si no controlo bien a mis programadores son capaces de hacerme otra vez una chapuza como la del Vista.
-¿Windows Vista?-pregunte como un triste autómata.
-Si, se noto demasiado mi mano, y eso no es bueno para el negocio, vale que conseguí muchas maldiciones, ira y rabia, pero a la larga no conseguiría más que lo ignorasen. Ahora estamos trabajando en un sistema que enfade, incordie, en un principio, pero que a la larga enganche y enloquezca, ¡ahí si que estará el autentico beneficio para Infierno Inc!
Era un vendedor nato, un encantador de serpientes bicéfalas, conseguía que te olvidaras de la tortura eterna del infierno y aceparas venderle el alma a cambio de unos cacahuetes.
-Impresionante- le dije, -pero yo...
-Ya, ya, tienes razón, venías por otro asunto, perdona, pero es que me apasiona mi trabajo, seguro que a ti también, y no puedo evitar el dedicarme a ello en cuerpo y alma.
-No, si no quería interrumpirle...-ya tenía la boca seca y me costaba tragar.
-¡Ah! ya veo, es que aquí hace un calor infernal.-dijo con una gran sonrisa y acabó con una sonora carcajada. Yo seguía mirando atónito.
-¡No me digas que no tienes sentido del humor!-dijo mientras seguía enseñandome su sonrisa de tiburón.
-No, nada de eso, es que en este caso su afirmación era literal.- intentando mostrar mi mejor y más pícara sonrisa. Diablo soltó una sonora carcajada que resonó en todo el despacho, parecía que el eco de su risa no acabaría nunca. -¡Tu si que sabes!- dijo con el eco de su risa de fondo. No sabía que le había hecho tanta gracia, y la verdad es que no quería seguir tentando a la suerte, así que intenté reconducir la situación.
-Como ya sabe tenemos que echarle un vistazo a su problema antes de darle una solución... porque si el color del agua de su piscina es rojo por causas... como decirlo... infernales...
-Si, si, por supuesto, acompáñame... ¡Alouqua!
-¿Nos acompañará la señorita Aluqua?
-Si, ya verás, será espectacular.
-Eso me temo- dije muy bajito mientras seguía a Diablo y Alouqua hacia un ascensor de aspecto viejo y oscuro.
Nos leemos...
miércoles, 10 de junio de 2009
Primera impresión. (Bienvenidos al principio del fin)
Poder parar delante de un escaparate para recrearse en una infinidad de articulos que no tienes intención alguna de comprar es un lujo que pocas veces he podido darme. Pero ese día podía pasear con calma, deterne para ver camisas, zapatillas, teléfonos, raquetas, cualquier cosa que estuviera expuesta, no había prisa ni hora.
Me había detenido delante de un escaparate de una joyería, estaba repasando los relojes cuando un estruendo, seguido de una lluvia de tierra y pequeñas piedras me transportaron a otra realidad.
Seguía de pie, pero ahora miraba a la calle, una calle que hasta hacía unos instante era normal, con su tráfico, sus peatones, portales y tiendas; ahora era una zona de guerra, a mi izquierda había un enorme crater que llegaba de acera a acera, había coches boca a abajo y un par de ellos habían volado alcanzado a personas y vehículos. Aún llovía tierra, el sol estaba oculto por una nube densa que se acababa de fomar, había gritos, bocinas, ruido de cristales, y una oscuridad creciente. No se porque seguía de pie, a apenas a diez metros del socabón, mirando como si no formase parte de la escena. Y de repente, tan rápido que apenas fue visible, apareció una inmensa, oscura y turbia figura emergiendo del agujero, que no dejaba de expulsar tierra y piedras.
La figura era imponente, todo aquel que la veía callaba, por mucho que fuera el dolor o terror que sintiese, nadie podía dejar de mirar esa sombra oscura de ojos rojos y destelleantes. Una niña que se encontraba con su madre, a escasos dos metros de mi, se echo a correr, su madre, en el suelo, extendía un brazo intentando retenerla y el tiempo se paró. La niña estaba suspedida en el aire, practicamente a mi lado, todo se había detenido menos la bestia y yo. Él miró hacia nosotros y rugió. Rugió mostrando una boca llena de dientes triangulares, dispuestos en varias filas, como los de un tiburón blanco. Su rugido impuso un silencio absoluto, nada hacía ruido alguno, ya no había gritos, ni sirenas, ni cristales rompiendose, nada.
Debajo de su brazo apareció una especie de cola, o tentaculo, o látigo, que de haber ruido, chasquearía en el aire. La bestia siguió mirandonos y sentí como esa especie de cola se nos venía encima, dispuesta a partirnos en dos a la niña y a mi. No me lo pensé, me lancé hacia adelante, llevando conmigo a la pequeña, y girando para parar con mi espalda el golpe contra el coche que teníamos en frente. Mientras, el tiempo volvió, y con él, la cola sobre nuestras cabezas que destrozó el escaparete de la joyería que cayó sobre nuestras cabezas en forma de cientos de cristales.
No me atreví a moverme, apreté contra mi a la niña que no paraba de sollozar. Un fuerte ruido me indicó que la bestia estaba pasando delante de nosotros, y contra mis más fundados temores, nos ignora y nos supera. Un fuerte golpe precede a un coche que se estrella contra el primer piso de la casa de al lado y luego cae a plomo sobre dos mujeres. No pude evitarlo, con la niña en brazos me levante y mire a la bestia, esta, en medio de la calle, inmovil, es como un enorme culturista de tres o cuatro metros con dos colas, saliendole de debajo de los brazos.
Una de las colas se mueve con rapidez y un hombre grita. La bestia da media vuelta y se dirige al crater de donde ha salido, lleva a un hombre arrastrando de uno de las colas, que grita, paltalea, intente agarrarse a cualquier cosa, pero es claramente inútil. La niña y yo miramos ajenos al sufrimiento del hombre como es arrastrado hacia el agujero. La bestia se detiene cuando llega a nuestra altura y nos mira, pero esta vez no sentimos miedo, la bestia vuelve a sonreir, hasta parece que se ríe, pero no oimos nada, sigue avanzando hasta llegar al crater, levanta al hombre sobre su cabeza, este no deja de luchar, y lo suelta dentro del agujero, desapareciendo con un grito corto. La bestia se gira hacia nosotros, nos saluda, y tan rápido como apareció, desaparece dentras del pobre condenado.
Allí estaba yo, con una niña de unos seis años en brazos, en una calle cualquiera, en día soleado, delante de una joyería mirando a una calle llena de gente, tráfico y ruido. La niña mi mira y dice,
-Ya se ha ido, gracias.
Yo la dejo en el suelo mientras la madre me mira con cara de preocupación. Ni ella, ni yo sabemos que decir. La niña se vuelve hacia mi y me dice:
-No me olvides. ¡Hasta luego!
No se que hacer, ni que decir, veo como madre e hija se alejan de mi y no puedo quitarme de la cabeza los ojos rojos de la bestia.
Nos leemos...
lunes, 8 de junio de 2009
¡Corre! (Bienvenidos al principio del fin.)
¡Sigue! ¡No mires atrás! ¡No te pares!
Mis pies apenas tocan el suelo, los arboles pasaban a mi lado como sombras, no sentía más que mi corazón golpeando rítmicamente y ese estruendo ensordecedor.
¡Corre!¡Corre!¡Corre!
Tropiezo con algo, ya tardaba, y ruedo por el suelo hasta que un árbol me frena en seco. Ahora siento algo más que mi corazón y el estruendo, siento dolor, dolor intenso y agudo, como si me hubiera clavado algo en el centro de mi vientre.
¡Levántate! ¡Sigue! ¡No mires a atrás!
A trompicones me pongo en pie e intento correr, un pie, el otro, pero acabo ayudándome con las manos, los hombros, con cualquier parte del cuerpo que pueda apoyar e impulsarme hacia adelante. El estruendo, el dolor, apenas avanzo.
¡No te pares! ¡No pienses! ¡Corre!
Vuelvo a tropezar, pero esta vez apenas me desplazo, voy tan lento, me golpeo en la frente y apenas me duele, intento levantarme pero todo lo que consigo es volver a a caer, esta vez de espaldas.
¡Levántate!
No puedo, no soy capaz, apenas distingo más allá de mis manos, parece que están manchadas de sangre, el estruendo lo llena todo, hasta el dolor se ha acallado. Una sombra está sobre mi y de ella sobresalen dos brillantes destellos rojos, son como dos ojos. La forma ruge, un rugido silencioso, durante unos segundos no hay sonido alguno, siento como todo a mi alrededor es agitado, pero en absoluto silencio, es como si estuviera completamente sordo. Hacia el final mi vista se aclara y puedo ver la enorme figura que delante de mi ruge en silencio. Es enorme, oscura, un ser de forma humana con dos ojos rojos y brillantes envuelto en algo parecido a niebla, aunque lo define mejor que está permanentemente desenfocado, sabes como es, pero no lo ves claramente.
Por un momento me siento tan aterrado que todo me da igual, me siento tan fuera de mi que no hago nada, porque mi cuerpo ya no me pertenece. Hasta este momento me consideraba una persona optimista, pero ahora, ahora no hay futuro, la bestia está frente a mi y no hay nada que hacer.
Él me mira, parece relajado, yo le miro, seguro que no parezco relajado, lo que debe ser uno de sus brazos se agita y siento la imperativa sugerencia de levantarme. Lo hago, no sin esfuerzo y vuelvo a oir una voz.
¡Corre! ¡Huye!
¿A donde? ¿Hasta cuando? respondo mentalmente.
La enorme figura sonríe, esto lo he visto claramente, parece que solo puedo distinguir de él lo que él quiere que distinga, y que sonría no es precisamente tranquilizador. Le miro, el miedo ha dejado paso a la aceptación de lo inevitable, y de repente se lanza contra mi.
¿Qué has hecho?
No lo se. Ahora estoy de pie, en medio del bosque y no me duele nada, no tengo frío, ni calor, ni hambre, ni sueño. Soy el huésped de la bestia y este no dejará que nada malo me pase. Los dos sonreímos, aunque solo veas mi sonrisa. Era inevitable, me dice, acabaríamos siendo uno. La voz que antes me animaba ahora solloza, y los dos le decimos, es inevitable, ¡te encontraremos!
Soy el huésped, él es la oscuridad, y vosotros seréis los testigos de su furia. Bienvenidos al principio del fin.
Nos leemos...
miércoles, 3 de junio de 2009
Ni la sombra
Era como una melodía suave, notas agradables que acompañaban sin quedarse con nosotros. Era la compañía que no buscabas, pero que agradecías cuando la encontrabas. Era unas palabras amables y una sonrisa siempre agradables.
Una presencia con la que no contabas porque siempre estaba ahí, como la luz de cada día, o el aire que respiramos.
Perder algo que no valoras porque siempre está supone un vacío doloroso lleno de oscuridad y sentimientos no expresados. Porque no nos queda consuelo alguno, no le dijimos que le apreciamos, que siempre le contábamos como uno de nosotros, que nos daba animo y serenidad.
Y ahora no nos queda más que un tenue recuerdo que se desvanecerá, y no quedará ni la sombra.
lunes, 1 de junio de 2009
Mal humor
- Hoy estoy de mal humor, así que no me agovies.
- Así que estás enfadado, ¿te he hecho algo?
- No, soy yo solito, nadie me ha hecho nada, ...déjalo...
- ¡Vaya! ¡El señorito está morros! ¡Si es que hay que aguantar cada cosa!
- Ya te he dicho que no me encuentro bien, que estoy cansado...
-¡Ahora está cansado! ¿Te parecerá bonito? Primero que si estás de mal humor, como si fuese culpa mía, ahora que si está cansado, ¿después qué?, ¡te atreverás a decir que te trato mal!
- No, no, nada de eso, si ya me encuentro mucho mejor, debió ser que tenía gases, o me sentó mal algo que comí, cualquier tontería.
- ¡Eso digo yo! ¡Si es que tengo que aguantarte cada tontería! A ver si te aclaras, ¡y dejas de comer porquerías que después te sientan mal y te pones insoportable!
- Vale, ¿te hace un té helado?
- Si me lo pides con esa carita de cordero degollado hasta te invito yo.
- Tu si que eres un encanto...
Nos leemos...
miércoles, 27 de mayo de 2009
Pescado
Llamadme aprensivo, blandengue, rarito, o directamente enfermo mental, pero cuando me encuentro delante de un plato con un pescado entero, cualquiera, noto como se está acordando de mí por muy frito, asado o braseado que esté.
Alguno ha llegado a girarse hacia mi, mirarme y acusarme de genocida. ¡A mi! que me preocupo de que se compre pescado de piscifactoría, que les doy las gracias por su sacrificio en cada comida, que evito tirar, o abusar, de la comida. Pero ellos, egoístamente, me acusas de asesino y criminal, como si en el caso contrario, si yo estuviese en el plato y ellos con la servilleta al cuello y tenedor y cuchillo en cada aleta, no estarían relamiendose ante tan suculento manjar.
Los más rencorosos son los de río, vamos las truchas, que son capaces de amargarte cualquier comida, -¡ojalá te atragantes con una espina!-, -me pescaron con anzuelo, ¿¡a ver si lo encuentras!?-, o la más hiriente, -¡ya verás que diarrea te voy a provocar!-. Así no hay quien coma.
La última vez que comí ostras, nunca más, las podía oír a coro, -¡Vingansa!-, no entendía, además de que como no tenían ojos no sabía si me lo decían a mi o era una discusión entre ellas, pero a medida que las iba comiendo podía oír, -¡adiós, adiós, no caerás en vano!...-, -¡animo! dale donde más le duela...-. Y vaya si lo hicieron, me pasé tres días en el infierno y una semana en el purgatorio. Ahora cuando veo ostras, estas se cachondean de mí, -¡Cómeme a mi, cómeme!-. Las muy cabritas saben que no voy a atreverme, pero si me atrevo a echarles limón, ¡toma!, es mi pequeña venganza.
Por suerte una lechuga, una manzana, o una hamburguesa no tienen estas locuaces tendencias, se dejan comer sin soltar palabra, de momento...
Nos leemos...
martes, 19 de mayo de 2009
¡Buenos días!
¡Buenos días! Son las 7:29, hoy es el tercer día de la vigesimosegunda semana de 2139, vamos a tener un día despejado hasta las 21:37 que empezará a cubrirse. A las 22:16 lloverá con moderación hasta las 23:48. La temperatura máxima de hoy será de 22,8 grados centígrados a las 16:27. Tus tareas de la jornada te tendrán comodamente ocupada hasta las 15:24...
Lara se desperezó sin demasiado entusiasmo, salió casi arrastrándose de la cama en dirección a la ducha, que empezaba a arrojar agua a 37,6 grados centígrados. La ducha se cerró a los 4 minutos 38 segundos desde que abrió la puerta. Después de secarse se dirigió a la cocina mientras una voz a su espalda le recordaba que no se había vestido, que hoy tenía preparado un pantalón azul, una blusa blanca con motivos azules y...
Mientras se acercaba a la cafetera Migú levantó la vista de la pantalla del periódico y le dio los buenos días. Ella le preguntó,- ¿qué hay hoy para desayunar?-. Migú sonrió, -Si te fijases un poco lo sabrías perfectamente, hoy es el día 150 del año, por lo que toca café, una tostada, un kiwi, zumo de piña y...- Lara le estaba ignorando activamente, cada día caía en su trampa, pero no le importaba, le encantaba como ella intentaba ignorar el maravilloso orden de la vida moderna, la milimétrica exactitud del control climático, la cocina automática, el asistente personal...
Lara desayunaba con desgana, la idea de vestirse según le indicase el armario la desesperaba, hoy pensaba obligarle a sacar tantas combinaciones como pudiese, a ver si estallaba. Empezó a pensar en que si todos obligasen a sus armarios a cambiar de combinación sistemáticamente era posible que dejase de ir todo el mundo conjuntado, era como vivir en un eterno musical, uno de sus terrores era que todo el mundo a su alrededor se pusiese a bailar.
Esa mañana hizo que el armario cambiara cinco veces de combinación, al repetirle la orden, -¡otra!-, por sexta vez, este volvió a sacar la primera combinación, como si ella no se fuera a dar cuenta, así que volvió a decir, -¡otra!-, por no darle el gusto de quedarse con la primera. Estaba claro que ese día tocaba ir de azul, todos los que vivían en el distrito 54 iban perfectamente conjuntados en tonos azules, hasta que no llegó al centro no empezó a ver otros colores.
Durante todo el trayecto en metro se permitió soñar con un día que la cocina permitiera escoger el menú, ese día comería solo ensaimadas y batidos de chocolate, o que el control climático se equivocase, y los armarios de todo el mundo proporcionasen brillantes chubasqueros y botas de agua para un día soleado. El centro se convertiría en un arco iris multicolor y brillante, muy brillante. Porque a Lara le gusta la ropa brillante, cosa que a su armario no parece entusiasmarle. También pensó en convertirse en terrorista anarquista-humanista y ejecutar acciones no violentas como la de llenar de globos de colores los trolebuses de superficie y que cuando abrieran sus puertas, estos salieran inundando las calles de caos y colorido. Estos pensamientos le hacían sonreír, lo que ayudó a que esa mañana empezara de mejor humor su organizado y optimizado trabajo, lo que ayudó a que Estel la invitara a un descafé y charlaran sobre lo mal que solía combinar el armario de media oficina.
Al final no fue tan mal día como Lara se esperaba.
Nos leemos.
jueves, 14 de mayo de 2009
Luces
Ayer por la noche volvía a casa en coche, era una noche oscura, llovía, e incluso me encontré con niebla en algunos tramos. No estaba siendo un viaje muy tranquilo, apenas veía nada y me sentía inseguro, no me cruzaba con nadie, nadie me adelantaba, ni yo adelantaba a nadie, demasiado tiempo sin ver coche alguno. Cada vez me sentía más intranquilo, cuanto más tiempo pasaba sin ver a nadie, más probable se hacía encontrarme con alguien, y siendo fiel admirador de las teorías de Murphy; si algo puede ir mal, seguramente irá mal, aunque seguramente irá peor; no solo contaba con encontrarme con alguien, si no que contaba con que fuera un camión con hidrogeno líquido, sin luces, adelantando a un tractor cargado de piedras, y también sin luces.
Con esta demostración de optimismo viajaba, encomentandome a la diosa Fortuna, a la que rezo cada vez que busco aparcamiento en la calle, me toca comer de menú del día, o compro algo por Ebay. La radio, el único nexo con el resto de la vida civilizada, llenaba el coche con un partido de fútbol; parece ser que tienen que jugar todos los días, si no a los fuboleros, desconozco su clasificación taxonómica, les da un síncope y mueren entre espasmos y con la boca llena de baba verde. Todo el mundo que alcanzaba a ver era oscuro y fugaz.
El tiempo empezó transcurrir más lentamente, eso o yo empezaba a ser más rápido, el enésimo gol del partido fue gritado por el excitadísimo periodista demasiado lentamente como para ser natural. -Otra vez- pensé. Hacía tiempo que no me pasaba nada raro, casi me había acostumbrado a que no me pasara, pero ya estaba ocurriendo otra vez. Empecé a acostumbrarme a ser unas diez veces más rápido que la realidad que me rodeaba, no era la primera vez, cuando una extremadamente blanca, brillante y enorme me pasó por la izquierda, como si me adelantara un Mercedes a escala 5:1 a 300 Km/h.
Y el tiempo volvió a su sitio, o mejor dicho, su momento.
-¿Ya está? ¿esto es todo?- me pregunte.
-¿Qué más querías?- respondió la radio.
Nos leemos...
lunes, 11 de mayo de 2009
Elena y Marcos
Elena no es una mujer hermosa, lo que no quita que tenga una preciosa sonrisa, esté casi siempre alegre y sea agradable.
Marcos no es un hombre sociable, pero es amable y atento, sabe escuchar y suele dar buenos consejos.
Hoy Elena y Marcos se han conocido. Elena piensa que Marcos es antipático, soberbio, bastante soez y un poco machista. Marcos piensa que Elena es una cotorra egoísta, una insufrible maniática quisquillosa cargada de prejuicios con la ira fácil y además chillona.
Y todo por culpa de andar con prisas, los dos, y por escuchar al mismo periodista radiofónico que no hacía más que enervarlos, irritarlos y provocar una comprensible ira justiciera.
Además de confundir la luz ámbar del semáforo con la luz verde, los dos.
Si es que en el fondo tienen bastante en común.
Nos leemos...
jueves, 7 de mayo de 2009
Correa
- Hoy me he visto paseando con un perro.
- ¿Y?
- Que era el el que tenía la correa en la boca y yo el collar al cuello.
- ¿Y?
- Nada más, pero me dio algo de angustia.
- ¿Conocías al perro?
- No, pero me llevaba con mucho ritmo, se notaba que sabía imponer su autoridad. Incluso me gusto como tiró de la corre para corregirle, bueno, mejor dicho, corregirme.
- A ti lo que te pasa es que eres un poquito masoquista. Pero te aseguro que no pienso llevarte por la calle con una correa al cuello.
- ¿Y si lo haces por el salón?
- Siempre que me lo pidas de rodillas.
- ¿Y con la tele encendida?
- Eres un autentico degenerado.
- Solo un poquito.
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lunes, 4 de mayo de 2009
Barquitos
Sentir el viento en la cara o las salpicaduras de las olas con el sol a un lado, mientras las velas se hinchan y nos lanzan sobre el mar más allá de las preocupaciones y los agobios de una vida rutinaria y gris. Vivir en la mar, viajar con las suaves brisas o ser zarandeado por tempestades, gritarle a Neptuno que no nos vencerá entre carcajadas de loco en plena posesión, arribar a puertos lejanos y exóticos, gesticular a gentes de pieles oscuras, níveas, o de cualquier otro color, para hablar en internacional lenguaje para la comida, bebida y sueño. Pasar los días cosiendo una vela o viajando al lado de los delfines o ballenas, mientras que las noches se vuelven realmente oscuras y se pueden ver las estrellas en el cielo. Vivir en el mar cada día, como si no hubiese nada más.
Desde mañana dormiré la siesta en una hamaca y pondré por las noches un papel agujereado con alfileres en la lampara para tener un bonito cielo estrellado. Además siempre podré gesticular con algún vecino y poner en la tele documentales de ballenas. Va a ser toda una experiencia.
Nos leemos...
jueves, 30 de abril de 2009
...¿y tú que miras?...
Me dejaba llevar de una pecera a otra por la corriente humana que buscaba los ejemplares más extraños, los más agresivos, los más llamativos.
Yo estaba abandonado a la armonía del conjunto. No me importaba si aquí no había escualos, o depredadores espectaculares, una dorada nadando despistada o una morena adormilada me inspiraban la misma inmensa satisfacción. De todo ese pacifico ambiente tomaba constantes dosis de paz.
Hasta que, delante de uno de los acuarios me encontré absorto y solo. No es totalmente cierto, no estaba solo, tenía delante de mí a un individuo bastante feo que me miraba mientras subía y bajaba rítmicamente. Yo lo miraba atentamente y el más que observarme, parecía que me vigilaba.
Sin poder evitarlo uno de mis pensamientos debió convertirse en sonido, - ¡Pero mira que eres feo! -. El pez se movió un poco más rápido, casi podría decirse que se agitó, y se puso a la altura de mis ojos, donde se quedó totalmente inmóvil.
- Pues no se de que puedes presumir tu.
Era de esperar, solo a mi se me ocurre hablar solo, bueno, solo en presencia de un pez. Me ví obligado a replicarle.
- No quería ofender, pero la verdad es que no eres un pez muy agraciado.
- ¡Lo que hay que aguantar! - respondió rápidamente - No llega con que estemos aquí con la mejor disposición del mundo, si no que, además, ¡hay que gustarle al bípedo este!
Lo vi con ganas de conversación, pensé que los demás peces del su acuario debían ser o muy sosos o que pasaban de él por pesado.
- ¿Hay mucho ambiente por ahí? - A ver si cambiando de tema se animaba la conversación.
- No creas, las morenas se lo montan por su cuenta, son unas corporativistas, los erizos de mar no paran de hablar, pero solo de tonterías, y los demás son una pandilla de estresados, que si hoy no nos dan de comer, que ese ha usado el flash en la pecera de enfrente, que si he oído que van a traer a un tiburón, en fin, un autentico fastidio.
- Ya veo, no creas que a este lado la cosa está muy distinta. ¿Hablas con mucha gente?
- Ja, ja... - y de repente, volvió a poner cara tonto y se alejó con un par de aleteos. Yo estaba perplejo, pensé que le había ofendido, pero enseguida me di cuenta de que tenía al lado a dos niños pequeños que miraban absortos una morena que pasaba mientras su madre les insistía para que no se pegasen al cristal.
Avancé en busca de la paz de los siguientes acuarios, deseando sumergirme en ellos y flotar tranquilamente durante horas.
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martes, 28 de abril de 2009
¿Está el mar aburrido?
Podía sentir el viento en mi cara, oír las olas del mar y oler su penetrante olor. Tenía estos tres sentidos agudizados como nunca pero no podía ver la playa donde debía estar, ni saborear el agua aunque me atragantara con ella. Podía intentar correr hacia cualquier parte, aunque fuera una carrera suicida hacia el mar, que no me movía ni un milímetro.
Agotado por el esfuerzo de intentar ir a cualquier parte me dejé caer, pero no caí, seguía de pie ante un ruidoso y oloroso mar, con un viento intenso y frío.
A ver si me despierto de una vez y así dejo de soñar tonterías, pensé, porque todo esto solo puede ser un sueño, intenté sentenciar, con más intención de convencerme a mi mismo que de otra cosa.
Y de repente vi delante de mi a una anciana con un vestido negro que sonreía mientras acunaba y acariciaba a un gato blanco. El gato me miró y me dijo, -¿acaso no has visto nunca un mar tan aburrido?-
-¿aburrido?- respondí- no está nada aburrido, es..., es... -nunca he sido de palabra fácil, y menos dormido,- es bastante...
-Aburrido, fíjate bien porque es mortalmente aburrido. -y para rematarlo bostezó silenciosamente.
La verdad es que si te quedabas un rato mirándolo te daba sueño, si, no era un mar feo, solo era aburrido.
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lunes, 27 de abril de 2009
En el zoco
Esa cabeza de ahí es mía, dije entre una pota de cobre y una linterna sumergible mientras mi cuerpo, en frente de mi, me señalaba. El pingüino ajustó sus gafas y dejó escapar una densa nube de su pico mientras sacaba un puro corto y grueso del mismo. Me miró, tanto a mi cuerpo como a mi cabeza. No parecía muy dispuesto a hacerme mucho caso, así que volví a insistir, - perdone usted, no se si se habrá dado cuenta de que ese cuerpo que tiene delante es mío, y me gustaría juntarme con él.
Me pareció muy digno y correcto, pero la mirada del pingüino fue demoledora, me sentí como un perro que había meado en la alfombra persa y lo habían pillado. Me sentí encoger ante ese enorme bicho blanco y negro que usaba gafas y fumaba un pestilente puro.
- Entonces, que haces ahí escondido entre mis cosas.
Me sentí idiota. Mientras me marchaba con mi cabeza bien puesta sobre los hombros sentía las miradas clavándose en mi espalda de todos los comerciantes de zoco. Pensé en volver a meter mi cabeza debajo del brazo y poder sonrojarme libremente.
Unos polluelos de pingüino me rodearon y empezaron a piar como locos, pensé en echar a correr, pero preferí arrojarles unos arenques caramelizados y esperar que con eso se contentasen. Una pingüina que atendía un puesto de lamparas mágicas me gritó, - ¡No malcríe a los chiquillos, que después no habrá quien les haga cenar las sardinas sin que protesten!
Los polluelos callaron de repente y miraron a la pingüina, al unísono me miraron a mí y empezaron a volar convertidos en gorriones. De la vergüenza empecé a encogerme y acabé siendo un caracol de dos cabezas del tamaño de un gato. La pingüina se me acercó y me dio un coscorrón en una de las cabezas.
Del golpe me desperté con un fuerte dolor de cabeza y tremendamente avergonzado.
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miércoles, 22 de abril de 2009
Algo le falta
Por muchas vueltas que le he dado al asunto, no he encontrado solución. Miro, vuelvo a mirar, me doy una vuelta, vuelvo a mirar, y nada. Todo sigue igual, no hay cambios en el estado de... me parece que debería empezar otra vez y no darle más vueltas.
Está claro que si algo que necesita de inspiración para su elaboración no puede ser acometido con premura. Si se me ha de encender la bombillita para que ese sencillo diseño no me atormente noche tras noche, pues nada, habrá que tomarselo con calma o olvidarse de la creatividad, esa esquiva musa, y convertirlo en algo mecánico, sin pasión ni alma.
Está claro que la culpa es mía por liarme, con lo discreto y bonito que me había quedado al principio, solo a mi se me ocurre liarlo y ponerme a corregirlo. Total, solo es un escrito para el ayuntamiento.
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lunes, 20 de abril de 2009
Las cosas suceden
Cuando hay algún suceso que nos afecta especialmente pensamos en las milagrasas, o malditas, coincidencias que han provocado que algo tan significativo haya sucedido. Pero la mayoría de las veces es mejor quedarse con la dura realidad, las cosas pasan, no hay forma de modificar lo ya pasado, y muchas veces tampoco podemos hacer nada por alterar nuestro propio futuro.
Anque las cosas suceden, hagamos lo que hagamos, tengo momento en los que pienso como podrían cambiar las cosas si hubíera podido repetir ciertos momentos y, sabiendo las consecuencias de mis actos, u omisiones, como podría haber sido las cosas a partir de ese momento. Bonitos ejercicios de fantasía tan inutiles como entretenidos, porque, siempre tengo la sensación de que si me encuentro es una situción similar, nunca actuaría con la eficacia y efectividad de la escena creada por mi para esa situación.
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viernes, 17 de abril de 2009
Soy maquero
Cada vez que me cruzo con otro coche con una manzanita blanca en su parte trasera se apodera de mi un energumeno simple y gregario que desea con todas sus fuerzas tocar el claxon y agitar los brazos para confraternizar con el otro maquero orgulluso. Todo esto que no haría más que degradar mi, ya bastante degradada, imagen pública es refrenado, a duras penas, por mi yo más sereno y consciente. Pero tengo muy claro que si fuera al revés, un orgulloso maquero vocifera, encience y apaga las luces y me grita como si nos fuera la vida en ello, yo le respondería orgulloso, no podría refrenar a mi energumeno y hasta sentiría una inmediata e inmensa satisfacción. No puedo evitarlo, soy maquero.
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jueves, 16 de abril de 2009
¿Gato?
-Hoy he atropellado a un gato.
-¡Un gato!
-¡Si! Apareció de repente, era marrón claro y blanco, creo, y se me puso delante, no pude hacer nada...
-Tranquilo, gatos hay muchos, seguro que ahora estás en el altar de alguna familia de ratoncillos.
-Muy bueno, pero el ruido que hizo cuando pasé encima de él... no puedo describirlo... pero no puedo olvidarlo.
-Eres un exagerado, que solo era un gato.
-Me pareció un cachorro...
-Vale, vale, ¿te hace unas hamburguesas?
-Claro, pero no te pases con el ketchup que me pongo melancólico.
Nos leemos...
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