Sentir el viento en la cara o las salpicaduras de las olas con el sol a un lado, mientras las velas se hinchan y nos lanzan sobre el mar más allá de las preocupaciones y los agobios de una vida rutinaria y gris. Vivir en la mar, viajar con las suaves brisas o ser zarandeado por tempestades, gritarle a Neptuno que no nos vencerá entre carcajadas de loco en plena posesión, arribar a puertos lejanos y exóticos, gesticular a gentes de pieles oscuras, níveas, o de cualquier otro color, para hablar en internacional lenguaje para la comida, bebida y sueño. Pasar los días cosiendo una vela o viajando al lado de los delfines o ballenas, mientras que las noches se vuelven realmente oscuras y se pueden ver las estrellas en el cielo. Vivir en el mar cada día, como si no hubiese nada más.
Desde mañana dormiré la siesta en una hamaca y pondré por las noches un papel agujereado con alfileres en la lampara para tener un bonito cielo estrellado. Además siempre podré gesticular con algún vecino y poner en la tele documentales de ballenas. Va a ser toda una experiencia.
Nos leemos...
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