-Mira que no has hecho testamento y ni sabes los seguros de vida que tienes.
-¿No estará los neumáticos demasiado desgastados?
-A ves si antes de que acabe el año vas a hablar con el abogado y arreglas las cosas.
-¿Ese ruido es normal?
-Creo que ya toca la revisión del coche, si es que hacemos quilómetros a lo bestia.
Cuando uno mismo se pone cenizo es difícil abandonar esa espiral pesimista, así que busqué auxilio en la radio. Busque una emisora que no me enfadase, una con noticias, por ejemplo.
-Que no sean de economía, que son deprimentes.
-¡De fútbol tampoco, que no lo soporto!
-No pongas música, que te puede dar sopor.
-A ver si encuentra una que hable de cocina, que tengo hambre.
Como la cosa no mejoraba pensé en enfrentar a mis múltiples yo internos, a ver si se ponían a discutir entre ellos y me dejaban en paz.
-Creo que voy a poner Radio5 que a estas horas hay un programa de contenido social, algo sobre ONGs, o sobre inmigración.
-¡No! Casi prefiero la música clásica, que me duerme menos.
-¿Que tienes tu en contra de la música clásica? Además eres un insolidario y un déspota.
-Hombre, a esta horas sería mejor algo entretenido, pero música no, que...
-¡Ya estamos! A los señoritos no les va la música, ni nada que sea serio, a ver si acabamos poniendo cualquier tontería llena de anuncios, ¡idiotas!
-¿a quien llamas tu idiota? Mira, prefiero anuncios a algo de cocina, que con el hambre que tengo solo me faltaba.
-No tienes ni idea...
Y así los deje, mientras yo oía el aleatorio del iPod tan tranquilo, viajando aburrido, pero tranquilo.