Publicado por primera vez el 26 de diciembre de 2006
Llevo un tiempo notando que alguien me está siguiendo. Cuando me doy la vuelta está ahí, quieto, vigilándome, enfrentándose a mi, sin mostrar temor alguno, desafiándome.
Veo su mirada oscura diciéndome, sígueme si te atreves. Una vez lo hice, estaba tan furioso que estaba dispuesto a cogerlo por el cuello y retorcérselo hasta que se le saliesen de las cuencas esos ojos negros como la noche. Pero fue inútil, cuanto más me esforzaba, cuanto más rápido corría, cuanto más lejos saltaba, él, sin mostrar cansancio o preocupación alguna mantenía la ventaja con sus ojos oscuros fijos en mi.
Cuando desistí su risa me alcanzó, me penetró y finalmente que quedó resonando en mi interior casi eternamente. Deseé lanzarme otra vez en su persecución, pero pensé, tiene que descansar en algún momento, tiene que dejar de mirarme en algún instante.
Sigue ahí. Pero ya se su secreto, en la oscuridad está perdido, no es capaz de encontrarme, y cuando vuelve la luz, tarda un instante, un mísero instante, en recobrar toda su fuerza. Es entonces cuando he de atraparlo para obligarle a dejar de ser mi sombra.
Nos leemos...
Profe, sombra o angelito de la guarda ¿no?, total esta ahí.
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