jueves, 30 de abril de 2009

...¿y tú que miras?...


Me dejaba llevar de una pecera a otra por la corriente humana que buscaba los ejemplares más extraños, los más agresivos, los más llamativos.
Yo estaba abandonado a la armonía del conjunto. No me importaba si aquí no había escualos, o depredadores espectaculares, una dorada nadando despistada o una morena adormilada me inspiraban la misma inmensa satisfacción. De todo ese pacifico ambiente tomaba constantes dosis de paz.
Hasta que, delante de uno de los acuarios me encontré absorto y solo. No es totalmente cierto, no estaba solo, tenía delante de mí a un individuo bastante feo que me miraba mientras subía y bajaba rítmicamente. Yo lo miraba atentamente y el más que observarme, parecía que me vigilaba.
Sin poder evitarlo uno de mis pensamientos debió convertirse en sonido, - ¡Pero mira que eres feo! -. El pez se movió un poco más rápido, casi podría decirse que se agitó, y se puso a la altura de mis ojos, donde se quedó totalmente inmóvil.
- Pues no se de que puedes presumir tu.
Era de esperar, solo a mi se me ocurre hablar solo, bueno, solo en presencia de un pez. Me ví obligado a replicarle.
- No quería ofender, pero la verdad es que no eres un pez muy agraciado.
- ¡Lo que hay que aguantar! - respondió rápidamente - No llega con que estemos aquí con la mejor disposición del mundo, si no que, además, ¡hay que gustarle al bípedo este!
Lo vi con ganas de conversación, pensé que los demás peces del su acuario debían ser o muy sosos o que pasaban de él por pesado.
- ¿Hay mucho ambiente por ahí? - A ver si cambiando de tema se animaba la conversación.
- No creas, las morenas se lo montan por su cuenta, son unas corporativistas, los erizos de mar no paran de hablar, pero solo de tonterías, y los demás son una pandilla de estresados, que si hoy no nos dan de comer, que ese ha usado el flash en la pecera de enfrente, que si he oído que van a traer a un tiburón, en fin, un autentico fastidio.
- Ya veo, no creas que a este lado la cosa está muy distinta. ¿Hablas con mucha gente?
- Ja, ja... - y de repente, volvió a poner cara tonto y se alejó con un par de aleteos. Yo estaba perplejo, pensé que le había ofendido, pero enseguida me di cuenta de que tenía al lado a dos niños pequeños que miraban absortos una morena que pasaba mientras su madre les insistía para que no se pegasen al cristal.
Avancé en busca de la paz de los siguientes acuarios, deseando sumergirme en ellos y flotar tranquilamente durante horas.

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martes, 28 de abril de 2009

¿Está el mar aburrido?


Podía sentir el viento en mi cara, oír las olas del mar y oler su penetrante olor. Tenía estos tres sentidos agudizados como nunca pero no podía ver la playa donde debía estar, ni saborear el agua aunque me atragantara con ella. Podía intentar correr hacia cualquier parte, aunque fuera una carrera suicida hacia el mar, que no me movía ni un milímetro.
Agotado por el esfuerzo de intentar ir a cualquier parte me dejé caer, pero no caí, seguía de pie ante un ruidoso y oloroso mar, con un viento intenso y frío.
A ver si me despierto de una vez y así dejo de soñar tonterías, pensé, porque todo esto solo puede ser un sueño, intenté sentenciar, con más intención de convencerme a mi mismo que de otra cosa.
Y de repente vi delante de mi a una anciana con un vestido negro que sonreía mientras acunaba y acariciaba a un gato blanco. El gato me miró y me dijo, -¿acaso no has visto nunca un mar tan aburrido?-
-¿aburrido?- respondí- no está nada aburrido, es..., es... -nunca he sido de palabra fácil, y menos dormido,- es bastante...
-Aburrido, fíjate bien porque es mortalmente aburrido. -y para rematarlo bostezó silenciosamente.
La verdad es que si te quedabas un rato mirándolo te daba sueño, si, no era un mar feo, solo era aburrido.

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lunes, 27 de abril de 2009

En el zoco


Esa cabeza de ahí es mía, dije entre una pota de cobre y una linterna sumergible mientras mi cuerpo, en frente de mi, me señalaba. El pingüino ajustó sus gafas y dejó escapar una densa nube de su pico mientras sacaba un puro corto y grueso del mismo. Me miró, tanto a mi cuerpo como a mi cabeza. No parecía muy dispuesto a hacerme mucho caso, así que volví a insistir, - perdone usted, no se si se habrá dado cuenta de que ese cuerpo que tiene delante es mío, y me gustaría juntarme con él.
Me pareció muy digno y correcto, pero la mirada del pingüino fue demoledora, me sentí como un perro que había meado en la alfombra persa y lo habían pillado. Me sentí encoger ante ese enorme bicho blanco y negro que usaba gafas y fumaba un pestilente puro.
- Entonces, que haces ahí escondido entre mis cosas.
Me sentí idiota. Mientras me marchaba con mi cabeza bien puesta sobre los hombros sentía las miradas clavándose en mi espalda de todos los comerciantes de zoco. Pensé en volver a meter mi cabeza debajo del brazo y poder sonrojarme libremente.
Unos polluelos de pingüino me rodearon y empezaron a piar como locos, pensé en echar a correr, pero preferí arrojarles unos arenques caramelizados y esperar que con eso se contentasen. Una pingüina que atendía un puesto de lamparas mágicas me gritó, - ¡No malcríe a los chiquillos, que después no habrá quien les haga cenar las sardinas sin que protesten!
Los polluelos callaron de repente y miraron a la pingüina, al unísono me miraron a mí y empezaron a volar convertidos en gorriones. De la vergüenza empecé a encogerme y acabé siendo un caracol de dos cabezas del tamaño de un gato. La pingüina se me acercó y me dio un coscorrón en una de las cabezas.
Del golpe me desperté con un fuerte dolor de cabeza y tremendamente avergonzado.

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miércoles, 22 de abril de 2009

Algo le falta


Por muchas vueltas que le he dado al asunto, no he encontrado solución. Miro, vuelvo a mirar, me doy una vuelta, vuelvo a mirar, y nada. Todo sigue igual, no hay cambios en el estado de... me parece que debería empezar otra vez y no darle más vueltas.
Está claro que si algo que necesita de inspiración para su elaboración no puede ser acometido con premura. Si se me ha de encender la bombillita para que ese sencillo diseño no me atormente noche tras noche, pues nada, habrá que tomarselo con calma o olvidarse de la creatividad, esa esquiva musa, y convertirlo en algo mecánico, sin pasión ni alma.
Está claro que la culpa es mía por liarme, con lo discreto y bonito que me había quedado al principio, solo a mi se me ocurre liarlo y ponerme a corregirlo. Total, solo es un escrito para el ayuntamiento.

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lunes, 20 de abril de 2009

Las cosas suceden


Cuando hay algún suceso que nos afecta especialmente pensamos en las milagrasas, o malditas, coincidencias que han provocado que algo tan significativo haya sucedido. Pero la mayoría de las veces es mejor quedarse con la dura realidad, las cosas pasan, no hay forma de modificar lo ya pasado, y muchas veces tampoco podemos hacer nada por alterar nuestro propio futuro.

Anque las cosas suceden, hagamos lo que hagamos, tengo momento en los que pienso como podrían cambiar las cosas si hubíera podido repetir ciertos momentos y, sabiendo las consecuencias de mis actos, u omisiones, como podría haber sido las cosas a partir de ese momento. Bonitos ejercicios de fantasía tan inutiles como entretenidos, porque, siempre tengo la sensación de que si me encuentro es una situción similar, nunca actuaría con la eficacia y efectividad de la escena creada por mi para esa situación.


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viernes, 17 de abril de 2009

Soy maquero


Cada vez que me cruzo con otro coche con una manzanita blanca en su parte trasera se apodera de mi un energumeno simple y gregario que desea con todas sus fuerzas tocar el claxon y agitar los brazos para confraternizar con el otro maquero orgulluso. Todo esto que no haría más que degradar mi, ya bastante degradada, imagen pública es refrenado, a duras penas, por mi yo más sereno y consciente. Pero tengo muy claro que si fuera al revés, un orgulloso maquero vocifera, encience y apaga las luces y me grita como si nos fuera la vida en ello, yo le respondería orgulloso, no podría refrenar a mi energumeno y hasta sentiría una inmediata e inmensa satisfacción. No puedo evitarlo, soy maquero.

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jueves, 16 de abril de 2009

¿Gato?


-Hoy he atropellado a un gato.
-¡Un gato!
-¡Si! Apareció de repente, era marrón claro y blanco, creo, y se me puso delante, no pude hacer nada...
-Tranquilo, gatos hay muchos, seguro que ahora estás en el altar de alguna familia de ratoncillos.
-Muy bueno, pero el ruido que hizo cuando pasé encima de él... no puedo describirlo... pero no puedo olvidarlo.
-Eres un exagerado, que solo era un gato.
-Me pareció un cachorro...
-Vale, vale, ¿te hace unas hamburguesas?
-Claro, pero no te pases con el ketchup que me pongo melancólico.

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