Uno
Como todas las mañanas, esperaba flotando en la segunda plante del garaje a que el hombre que me puede ver llegase en su pequeño coche. Lo esperaba allí porque siempre que he intentado seguirlo, fuera del aparcamiento de ese edificio de oficinas, ha surgido una densa niebla que me cegaba y de inmediato volvía a aparecer en la planta -4 del maldito garaje.
Si él no está cerca puedo moverme por el edificio. De día es muy entretenido y estoy enganchada a los chismorreos de la tercera planta. De noche me muevo por todas las oficinas y me distraigo observando los cambios de los distintos espacios. Por suerte puedo atravesar casi cualquier pared, menos las que me llevarían fuera y las de algunas habitaciones. También reluzco, así que soy mi propia fuente de luz. Cuando estoy más animada resplandezco con gran intensidad.