viernes, 9 de julio de 2010

Proceso de selección

Llevaba un buen rato sentado en esa incomoda silla en una sala de espera amplia, totalmente blanca y de forma circular. Era una habitación tan regular que no se distinguían las puertas, la vista era una pared continua solo interrumpida por la muchacha que me estaba guiando, aunque parecía que su autentica ocupación era vigilarme con una sonrisa en los labios y un gesto de desconocimiento cada vez que le preguntaba algo. Como no llevaba reloj el tiempo hacía mucho, o poco, que se me había escapado. Y por supuesto, preguntarle a ella era inútil. Aún así no podía hacer otra cosa que hablar, aunque fuera solo, así que le pregunté. -Es un espacio realmente curioso, ¿tardaré mucho en ver al... juez?
La muchacha sin dejar de sonreír giró ligeramente la cara y me dijo con voz dulce y relajante que no era ningún juez, aquí nadie juzgaba a nadie, que era un experto en recursos humanos, una especie de director de casting, aunque claro está, Eden 7 no era ninguna película.
Yo la escuche embobado, era el discurso más largo que le había oído y su voz era sencillamente hipnótica. Podría haberme dicho que me asarían a la parrilla a fuego lento que yo seguiría sonriendo como un idiota e incluso le pediría que me lo repitiese para volver a oír su voz.
-Perdone, es que todo esto me resulta tan sorprendente, dése cuenta que me ha pillado tan de sorpresa...
-No pasa nada, estoy aquí para guiarle y ayudarle en lo pueda.
Envalentonado y encantado de hablar con ella seguí.
-¿Y sabe si voy a seguir solo, sin ver a ningún otro...
-Aspirante, les llamamos aspirantes.
-Gracias, pues eso, ¿sin ver a ningún otro aspirante en todo el proceso?
- Si pasa la fase previa le asignarán en un grupo de aspirantes y a partir de ahí seguirán todos juntos.
-Vaya, gracias.
Estaba buscando algo que preguntarle que no acabara en un leve levantamiento de hombros y de cejas, lo que supondría que la conversación acabaría tan repentinamente como empezó, cuando, en la pared se iluminó una puerta y mi guía se puso en pie, todo al mismo tiempo. Yo no sabía que mirar, si a la recién aparecida puerta o a la muchacha que señalando la puerta me decía que la acompañase. Me levanté como un autómata de la silla, sería incapaz de ignorar una indicación suya, y atravesé la pared, en el momento que sentí que la puerta desaparecía detrás de nosotros pensé que en ese momento se abría otra para que allí accediera otro aspirante y su guía.
Las altísimas columnas que teníamos delante daban la sensación de que nos encontrábamos en un pasillo infinito que se extendía a izquierda y derecha, pero mi guía avanzo entre las columnas en vez de ir a uno de los dos lados y yo la seguí torpemente. En realidad estábamos en un espacio inmenso, una inmensa sala alargada que se extendía a ambos lados hasta perderse la vista y que nosotros atravesábamos por su lado más pequeño, que debían ser por lo menos cien metros entre filas de columnas más el grosor de las columnas, bien cinco metros y los espacios entre las columnas y las pared, otros quince metros. Todo esto en blanco, paredes, suelo, columnas, y con una iluminación uniforme e indirecta, lo que me dificultó extraordinariamente hacer los cálculos de tamaños y distancias, por lo que he de reconocer que son todo lo precisos que me permitieron tan asombrosas condiciones.
El andar de mi guía era suave y apenas hacía ruido, pero como en todo ese espacio no se veía a nadie, ni se oía nada, sus pasos y los míos me parecían el estruendoso andar de una manada de elefantes.
Cuando atravesamos la segunda fila de columnas de la inmensa sala pude ver un ancho pasillo iluminado con luces amarillentas, lo cual rompía bastante con el resto de espacios que había podido ver hasta el momento. Mi guía volvió a indicarme que avanzara delante de ella señalando elegantemente el pasillo.
Al cabo de una veintena de metros acababa el pasillo en una puerta de madera pequeña y virtuosamente tallada. En este punto mi guía se despidió de mi, -Pase, por favor. Aquí le dejo, espero que todo le salga bien.
Yo también, pensé, pero me sentía tan fuera de lugar que no acerté a responder, solo hice un  indefinible gesto con la cabeza y atravesé la puerta mientras oía:
-Pase, pase. Rodrigo Gómez Rodríguez, fallecido el día de hoy en accidente de trabajo a los 34 años de edad. ¿Todo correcto?
-Por desgracia así es.

7 comentarios:

  1. ¡Me encantó! Aunque al final cuando me enteré de que era la selección no me tranquilizó, pero he de reconocer que lo hacen a lo grande y cuidando todos los detalles para la comodidad de los aspirantes. Estoy intrigada por saber de qué va la entrevista...
    Precioso y elegante el cambio en el blog, y me hizo ilusión verme a la izquierda, gracias.

    Besos.

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  2. Vale, es chulo y tranquilizador saber que te vas a encontrar algo así , pero yo no quiero una muchacha, ¿habra muchachos?.

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  3. campoazul,
    El cambio del blog me apetecía y el incluir el tuyo, los otros que he incluido, necesario.

    Loro,
    en esta empresa cuidan los detalles, seguro que tu guía es un amable y atractivo muchacho.

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  4. A ver,que no soy Loro que soy LOTO, CAPICHI. venga a ver cuando escribes algo más,que te vas a dormir en los laureles.

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  5. Loro, digo... Loto, con tal que no me mandes a la familia para limpiar con sangre esta afrenta estoy dispuesto a todo, bueno a casi todo.

    Laureles, ¿qué laureles?

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  6. Ooops!Tremendo proceso de selección. No tengo prisa por pasarlo, ja, ja
    Ah! Ya estás en mi blogroll!!
    Arale

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