viernes, 15 de enero de 2010

El destino de Teseo

Un día más pasaba las horas observando a la bestia desde una de las altas torres. Un día más observaba su ir y venir por los pasillos del laberinto intentando meterme en su mente sin éxito alguno. Un día más me fui apesadumbrado de la torre, tras darle la habitual propina al guardia, sin entender el origen del poder de la bestia.
Cuando me propuse enfrentarme al desafía para conseguir el permiso de Minos, rey de Creta, para casarme con su hija Ariadna, el Minotauro ya había acabado con decenas de nobles guerreros que buscaban gloria y fortuna. Todos pensaban que estaba loco, unos culpando a Ares y otros más observadores a Afrodita, pues mi familia posee fortuna suficiente para vivir diez vidas, y provengo de una estirpe de héroes que nos han dotado de gloria, aún sin hacer nada para aumentarla, a sus hijos y nietos. Pero yo no busco aumentar gloria alguna, yo solo quiero que Ariadna y yo podemos estar juntos con la bendición de nuestros padres.
En cuanto Ariadna supo de  mi decisión de adentrarme en el laberinto de Dédalo para dar muerte al Minotauro me suplicó que abandonara, que marchara de vuelta a Atenas, que prefería no tenerme a tenerme muerto. Pero yo no podía vivir sin ella, no podía concebirme como noble hijo de Egeo, heredero de una antigua y heroica estirpe si abandonaba a la mujer que amo por temor a la cierta muerte en el desafío del Minotauro. Alcanzaré la bella muerte, seguramente es mi destino, ante los habitantes de Creta en noble y épica lucha con la terrible bestia, pero nunca retrocederé por muy terrible que sea el destino que me han otorgado.
Cada momento que puedo pasar con Ariadma aumenta el tesoro que almaceno en mi corazón. Cada sonrisa que me brida es un rubí, cada mirada, un diamante y cada lagrima que acompaña a la súplica de que abandone, una perla. De esta manera me llevaré al Hades un tesoro tan grande que me será imposible dilapidarlo en toda la eternidad.
Solo me quedan unas horas para que tenga que adentrarme en el laberinto, ya me han bañado y perfumado. Ariadna me ha traído un último regalo. Me presentaré ante la bestia con una hermosa armadura de broce, tan pulido y brillante que parece de oro, coraza, grebas, casco  y escudo labrados y bellamente adornados acompañados de una larga lanza de fresno y una brillante y larga espada. Seré en guerrero más hermosamente vestido que adorne la morada del Minotauro.

2 comentarios:

  1. Mira, yo no es por quitarte la ilusión pero...no sé si será mejor que en vez de casaros os fuerais a vivir juntos, lo digo porque si para casarte la única salida es que te tengas que enfrentar al Minotaurio..., ¡lo llevas claro!, ¡que ya está muy entrenado!, y al final Ariadna se va a quedar para vestir santos, tu verá...bueno,...animo eh!

    Un saludito.

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  2. Es que el pobre Teseo en el fondo es un sentimental y un tradicional, además de darle pavor el compromiso.

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