miércoles, 27 de mayo de 2009

Pescado


Llamadme aprensivo, blandengue, rarito, o directamente enfermo mental, pero cuando me encuentro delante de un plato con un pescado entero, cualquiera, noto como se está acordando de mí por muy frito, asado o braseado que esté.
Alguno ha llegado a girarse hacia mi, mirarme y acusarme de genocida. ¡A mi! que me preocupo de que se compre pescado de piscifactoría, que les doy las gracias por su sacrificio en cada comida, que evito tirar, o abusar, de la comida. Pero ellos, egoístamente, me acusas de asesino y criminal, como si en el caso contrario, si yo estuviese en el plato y ellos con la servilleta al cuello y tenedor y cuchillo en cada aleta, no estarían relamiendose ante tan suculento manjar.
Los más rencorosos son los de río, vamos las truchas, que son capaces de amargarte cualquier comida, -¡ojalá te atragantes con una espina!-, -me pescaron con anzuelo, ¿¡a ver si lo encuentras!?-, o la más hiriente, -¡ya verás que diarrea te voy a provocar!-. Así no hay quien coma.
La última vez que comí ostras, nunca más, las podía oír a coro, -¡Vingansa!-, no entendía, además de que como no tenían ojos no sabía si me lo decían a mi o era una discusión entre ellas, pero a medida que las iba comiendo podía oír, -¡adiós, adiós, no caerás en vano!...-, -¡animo! dale donde más le duela...-. Y vaya si lo hicieron, me pasé tres días en el infierno y una semana en el purgatorio. Ahora cuando veo ostras, estas se cachondean de mí, -¡Cómeme a mi, cómeme!-. Las muy cabritas saben que no voy a atreverme, pero si me atrevo a echarles limón, ¡toma!, es mi pequeña venganza.
Por suerte una lechuga, una manzana, o una hamburguesa no tienen estas locuaces tendencias, se dejan comer sin soltar palabra, de momento...

Nos leemos...

martes, 19 de mayo de 2009

¡Buenos días!


¡Buenos días! Son las 7:29, hoy es el tercer día de la vigesimosegunda semana de 2139, vamos a tener un día despejado hasta las 21:37 que empezará a cubrirse. A las 22:16 lloverá con moderación hasta las 23:48. La temperatura máxima de hoy será de 22,8 grados centígrados a las 16:27. Tus tareas de la jornada te tendrán comodamente ocupada hasta las 15:24...
Lara se desperezó sin demasiado entusiasmo, salió casi arrastrándose de la cama en dirección a la ducha, que empezaba a arrojar agua a 37,6 grados centígrados. La ducha se cerró a los 4 minutos 38 segundos desde que abrió la puerta. Después de secarse se dirigió a la cocina mientras una voz a su espalda le recordaba que no se había vestido, que hoy tenía preparado un pantalón azul, una blusa blanca con motivos azules y...
Mientras se acercaba a la cafetera Migú levantó la vista de la pantalla del periódico y le dio los buenos días. Ella le preguntó,- ¿qué hay hoy para desayunar?-. Migú sonrió, -Si te fijases un poco lo sabrías perfectamente, hoy es el día 150 del año, por lo que toca café, una tostada, un kiwi, zumo de piña y...- Lara le estaba ignorando activamente, cada día caía en su trampa, pero no le importaba, le encantaba como ella intentaba ignorar el maravilloso orden de la vida moderna, la milimétrica exactitud del control climático, la cocina automática, el asistente personal...
Lara desayunaba con desgana,  la idea de vestirse según le indicase el armario la desesperaba, hoy pensaba obligarle a sacar tantas combinaciones como pudiese, a ver si estallaba. Empezó a pensar en que si todos obligasen a sus armarios a cambiar de combinación sistemáticamente era posible que dejase de ir todo el mundo conjuntado, era como vivir en un eterno musical, uno de sus terrores era que todo el mundo a su alrededor se pusiese a bailar.
Esa mañana hizo que el armario cambiara cinco veces de combinación, al repetirle la orden, -¡otra!-, por sexta vez, este volvió a sacar la primera combinación, como si ella no se fuera a dar cuenta, así que volvió a decir, -¡otra!-, por no darle el gusto de quedarse con la primera. Estaba claro que ese día tocaba ir de azul, todos los que vivían en el distrito 54 iban perfectamente conjuntados en tonos azules, hasta que no llegó al centro no empezó a ver otros colores.
Durante todo el trayecto en metro se permitió soñar con un día que la cocina permitiera escoger el menú, ese día comería solo ensaimadas y batidos de chocolate, o que el control climático se equivocase, y los armarios de todo el mundo proporcionasen brillantes chubasqueros y botas de agua para un día soleado. El centro se convertiría en un arco iris multicolor y brillante, muy brillante. Porque a Lara le gusta la ropa brillante, cosa que a su armario no parece entusiasmarle. También pensó en convertirse en terrorista anarquista-humanista y ejecutar acciones no violentas como la de llenar de globos de colores los trolebuses de superficie y que cuando abrieran sus puertas, estos salieran inundando las calles de caos y colorido. Estos pensamientos le hacían sonreír, lo que ayudó a que esa mañana empezara de mejor humor su organizado y optimizado trabajo, lo que ayudó a que Estel la invitara a un descafé y charlaran sobre lo mal que solía combinar el armario de media oficina.
Al final no fue tan mal día como Lara se esperaba.

Nos leemos.

jueves, 14 de mayo de 2009

Luces


Ayer por la noche volvía a casa en coche, era una noche oscura, llovía, e incluso me encontré con niebla en algunos tramos. No estaba siendo un viaje muy tranquilo, apenas veía nada y me sentía inseguro, no me cruzaba con nadie, nadie me adelantaba, ni yo adelantaba a nadie, demasiado tiempo sin ver coche alguno. Cada vez me sentía más intranquilo, cuanto más tiempo pasaba sin ver a nadie, más probable se hacía encontrarme con alguien, y siendo fiel admirador de las teorías de Murphy; si algo puede ir mal, seguramente irá mal, aunque seguramente irá peor; no solo contaba con encontrarme con alguien, si no que contaba con que fuera un camión  con hidrogeno líquido, sin luces, adelantando a un tractor cargado de piedras, y también sin luces.
Con esta demostración de optimismo viajaba, encomentandome a la diosa Fortuna, a la que rezo cada vez que busco aparcamiento en la calle, me toca comer de menú del día, o compro algo por Ebay. La radio, el único nexo con el resto de la vida civilizada, llenaba el coche con un partido de fútbol; parece ser que tienen que jugar todos los días, si no a los fuboleros,  desconozco su clasificación taxonómica, les da un síncope y mueren entre espasmos y con la boca llena de baba verde. Todo el mundo que alcanzaba a ver era oscuro y fugaz.
El tiempo empezó transcurrir más lentamente, eso o yo empezaba a ser más rápido, el enésimo gol del partido fue gritado por el excitadísimo periodista demasiado lentamente como para ser natural. -Otra vez- pensé. Hacía tiempo que no me pasaba nada raro, casi me había acostumbrado a que no me pasara, pero ya estaba ocurriendo otra vez. Empecé a acostumbrarme a ser unas diez veces más rápido que la realidad que me rodeaba, no era la primera vez, cuando una extremadamente blanca, brillante y enorme me pasó por la izquierda, como si me adelantara un Mercedes a escala 5:1 a 300 Km/h.
Y el tiempo volvió a su sitio, o mejor dicho, su momento.
-¿Ya está? ¿esto es todo?- me pregunte.
-¿Qué más querías?- respondió la radio.

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lunes, 11 de mayo de 2009

Elena y Marcos


Elena no es una mujer hermosa, lo que no quita que tenga una preciosa sonrisa, esté casi siempre alegre y sea agradable.
Marcos no es un hombre sociable, pero es amable y atento, sabe escuchar y suele dar buenos consejos.
Hoy Elena y Marcos se han conocido. Elena piensa que Marcos es antipático, soberbio, bastante soez y un poco machista. Marcos piensa que Elena es una cotorra egoísta, una insufrible maniática quisquillosa cargada de prejuicios con la ira fácil y además chillona.
Y todo por culpa de andar con prisas, los dos, y por escuchar al mismo periodista radiofónico que no hacía más que enervarlos, irritarlos y provocar una comprensible ira justiciera.
Además de confundir la luz ámbar del semáforo con la luz verde, los dos.
Si es que en el fondo tienen bastante en común.

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jueves, 7 de mayo de 2009

Correa


- Hoy me he visto paseando con un perro.
- ¿Y?
- Que era el el que tenía la correa en la boca y yo el collar al cuello.
- ¿Y?
- Nada más, pero me dio algo de angustia.
- ¿Conocías al perro?
- No, pero me llevaba con mucho ritmo, se notaba que sabía imponer su autoridad. Incluso me gusto como tiró de la corre para corregirle, bueno, mejor dicho, corregirme.
- A ti lo que te pasa es que eres un poquito masoquista. Pero te aseguro que no pienso llevarte por la calle con una correa al cuello.
- ¿Y si lo haces por el salón?
- Siempre que me lo pidas de rodillas.
- ¿Y con la tele encendida?
- Eres un autentico degenerado.
- Solo un poquito.

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lunes, 4 de mayo de 2009

Barquitos

Sentir el viento en la cara o las salpicaduras de las olas con el sol a un lado, mientras las velas se hinchan y nos lanzan sobre el mar más allá de las preocupaciones y los agobios de una vida rutinaria y gris. Vivir en la mar, viajar con las suaves brisas o ser zarandeado por tempestades, gritarle a Neptuno que no nos vencerá entre carcajadas de loco en plena posesión, arribar a puertos lejanos y exóticos, gesticular a gentes de pieles oscuras, níveas, o de cualquier otro color, para hablar en internacional lenguaje para la comida, bebida y sueño. Pasar los días cosiendo una vela o viajando al lado de los delfines o ballenas, mientras que las noches se vuelven realmente oscuras y se pueden ver las estrellas en el cielo. Vivir en el mar cada día, como si no hubiese nada más.
Desde mañana dormiré la siesta en una hamaca y pondré por las noches un papel agujereado con alfileres en la lampara para tener un bonito cielo estrellado. Además siempre podré gesticular con algún vecino y poner en la tele documentales de ballenas. Va a ser toda una experiencia.

Nos leemos...